Page 68 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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los cuales sus habitantes fueron masacrados. Los etruscos de las zonas del curso alto
          y medio del río Amo (Arezzo y Fiésole, sobre todo) vieron cómo sus tierras eran con­
          fiscadas en favor de los veteranos silanos.
              Desaparecido Sila, numerosos problemas volvieron a crearse en Italia, entre ellos:
          la revuelta popular del cónsul demagogo M. Emilio Lépido, que tuvo especial arrai­
          go en Etruria, el levantamiento de esclavos dirigido por el tracio Espartaco y el galo
           Crixos, la rebelión de Sertorio en Hispania y una nueva agitación en Etruria, alenta­
          da, entre otros, por M. Perperna Veiento, un partidario de Mario. Esta última agita­
          ción se debió a las reivindicaciones territoriales de los pequeños y medianos propie­
          tarios etruscos, quienes volvieron a ocupar, incluso con violencia, las tierras que les
          habían sido desposeídas al pasar las mismas a ser consideradas agri publici o al haber
          sido entregadas a los militares veteranos de Sila.


          La guerra de Perugia («bellum Perusinum»)

              La nueva guerra civil (49-48 a.C.), suscitada a causa de las ambiciones de C. Julio
          César y Cn.  Pompeyo Magno,  no  supuso  ninguna alteración  especial para Etru­
          ria, ya totalmente romanizada, salvo algunas represalias tomadas contra determina­
          dos etruscos con motivo del asesinato de César (lista de proscritos en F. Hinard). El
          posterior enfrentamiento  entre  C.  Octavio y Marco Antonio  (41-40  a.C.)  sí fue  el
          causante de una serie de disturbios motivados por la concesión de tierras a los vete­
          ranos de Octavio. La negativa a ejecutar aquellas órdenes por parte del cónsul Lucio
          Antonio, hermano de Marco Antonio, obligó a Octavio a atacar a su rival, originán­
          dose así el llamado bellum Perusinum,  siendo Perugia uno de los lugares más castiga­
          dos. Muchos de sus habitantes (todos los senadores y 300 notables) fueron pasados
          a cuchillo en presencia de Octavio, masacre efectuada en honor de su padre adopti­
          vo, divinizado, César (Apiano, Bell, civ., V, 32 y ss.; Suetonio, August.,  15; Dión Cas­
          sio, 48, 14). Uno de sus habitantes, de nombre Cesto Macedonio, no dudó en pren­
          der fuego a la ciudad. Luego sería reconstruida por orden del propio Octavio, toman­
          do el nombre de Augusta Perusia.


          Adaptación de Etruria a sus nuevos amos

              En cualquier caso, a partir de C. Julio César, que se había preocupado de la críti­
          ca situación agrícola y social de Etruria, y que por ello sería llorado al enterarse el país
          de su asesinato en el 44 a.C., lo etrusco se fue diluyendo lentamente: se produjo un
          vasto proceso de transformación demográfica, la lengua empezó a hablarse menos,
          en los últimos hipogeos etruscos de Caere, Tarquinia o Perugia, al lado de inscripcio­
          nes etruscas, comenzaron a aparecer también las latinas, el arte copió los parámetros
          estéticos romanos, las grandes necrópolis fueron abandonadas... Podemos decir, con
          palabras de Diodoro de Sicilia, que «los etruscos se adaptaron a sus nuevos amos».
              Cuando el emperador Claudio (41-54) comenzó a escribir en griego la historia de
          los etruscos (Tynheniká),  a la que dedicó veinte libros, la consulta de archivos era la
          prueba evidente de que Etruria era algo del pasado, de que había desaparecido histó­
          ricamente. Además, con la muerte de tal emperador, en el año 54 de nuestra era, fi­
          nalizó también, según los propios augures, el último siglo etrusco, el décimo.

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