Page 63 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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ridional. Sin embargo, Roma pudo mantenerse y al año siguiente, en el 283 a.C., el cón­
        sul P. Cornelio Dolabella derrotaba a los coaligados en la batalla del lago Vadimón (ac­
        tualmente Bassano) en un verdadero baño de sangre etrusca y gala. Tras aquella victoria
        siguió la expulsión de los galos y una expedición de castigo por el territorio senón, que
        fue anexionado, y en donde Roma fundó la colonia de Sena Gallica.
           No  obstante,  Volsinii  y  otras  ciudades  aliadas  continuaron  haciendo  frente  a
        Roma, pero ésta, sucesivamente, las iría doblegando por la fuerza. Tampoco los etrus­
        cos pudieron ver cumplidas las esperanzas puestas en el rey Pirro, quien arribó a Ita­
        lia en el 281  a.C.  En aquel mismo año,  Q.  Marcio Filipo triunfó,  al parecer,  sobre
        Tarquinia (triunfo de Etrusceis); al año siguiente, Tiberio Coruncanio celebró su triun­
        fo de Vulsiniensibus et Vulcientibus. A pesar de la victoria de Pirro, obtenida en Heraclea
        en  el 280  a.C.,  no  se produjo ningún levantamiento  conjunto  de  pueblos  itálicos
        contra Roma. Para una mayor desgracia, en el 273 a.C., sería derrotada Caere.
           El golpe final lo recibiría Etruria en el 265  a.C.  cuando Volsinii fue saqueada
        y destruida por M.  Fulvio Flaco,  el cual obtendría del famoso Fanum  Voltumnae
        un enorme botín, además de 2.000 estatuas de bronce (Plinio el Viejo, Nat. Hist.,
        XXXIV, 34), las cuales, según la tradición, serían fundidas para acuñar moneda, nu­
        merario que se precisaba para hacer frente a la campaña contra Cartago. Del enclave
        etrusco quedó tan sólo el nombre que le dieron los romanos (Urbs vetus, hoy Orvie­
        to). La población que sobrevivió fue llevada, según recordó Zonaras, un escritor bi­
        zantino del siglo xii, a otro lugar cercano, a una nueva Volsinii. Por su parte, el ven­
        cedor hizo construir un templo en el Aventino de Roma en honor de la principal di­
        vinidad  etrusca,  Voltumnus,  en  donde  se  hizo  poner  su  efigie  como  triunfador
        (Festo, 228 L). Era una manera de tutelar y controlar al dios etrusco.



        Agitaciones sociales

           En aquel contexto de luchas, prácticamente de superviviencia, Etruria vivió, en
        unos  casos,  vergonzosas  huidas  de  sus  ciudadanos  más  acaudalados y,  en  otros,
        sublevaciones sociales que fueron sofocadas con la ayuda de las armas romanas. Por
        ejemplo, como ya se dijo, en la pequeña ciudad de Troilum 470 habitantes de los más
        ricos,  según  cuenta Tito  Livio,  pagaron  considerables  cantidades  al  cónsul  Spurio
        Carvilio para que les dejara huir con vida. El resto de la población fue asesinada, sal­
        vo un pequeño número de personas que fueron esclavizadas. En Volsinii y Oinarea,
        las clases populares se habían hecho con el poder (Floro, I, 21; Valerio Máximo, IX,
        1), al igual que, con anterioridad —como se ha dicho—, en Arezzo, agitada también
        por disturbios sociales, en contra de los poderosos Cilnii. Los nobles de aquellas ciu­
        dades no dudaron en acudir a Roma, que, con tropas mandadas por el dictador M.
        Valerio Máximo, intervino para sofocar las rebeliones y restablecer el orden.
           En medio de derrotas militares, alteraciones sociales y falta de proyectos de futu­
        ro, Etruria desaparecía del mapa político de Italia, así como de la Historia, siendo in­
        corporada al sistema romano mediante diferentes tratados —urbesfoederatae— que la
        Roma vencedora establecía con los enclaves etruscos, a los que, a cambio de tolerar­
        les alguna autonomía interna, les exigía prestaciones militares y económicas. Una se­
        rie de colonias, creadas en territorio etrusco, servían de claro control de ocupación.
           Durante los años finales de este período los sabinos, samnitas, lucanos y apulios
        fueron incapaces de hacer frente a la cada vez más poderosa República romana.

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