Page 62 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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de Etruria fue relativamente sencillo para las tropas romanas. Ante tal peligro, dife­
          rentes pueblos, entre ellos, los etruscos —olvidados ya los particularismos locales—,
          un buen contingente de samnitas, umbros, lucanos, e incluso galos, no dudaron en
          el 298  a.C.  en aliarse (Tercera guerra samnítica).  Como dijo Tito Livio, toda Italia se
          había alzado en armas contra una tiranía intolerable.


          La batalla del Sentino

             Sin embargo, las legiones romanas, a pesar de las rivalidades de sus mandos y la
          extensión de los frentes a los que debían atender, pudieron más y en el norte de Um­
          bría, a orillas del pequeño río Sentino, en las cercanías de la actual ciudad de Sasso-
          ferrato, en el año 295 a.C. derrotaron a los coaligados. En tal batalla, los cónsules
          Q. Fabio Ruliano y P. Decio Mus masacraron a galos y samnitas, mientras que a los
          etruscos,  al ser encerrados  tácticamente,  los  dejaron inoperantes.  Tal hecho militar
          pronto quedó magnificado por la leyenda, que no dudó en manejar para aquella ba­
          talla cifras fabulosas de combatientes (Tito Livio, X, 32).
             Los más directamente perjudicados, sin embargo, fueron los etruscos, que, ade­
          más  de pagar rescate por sus prisioneros, hubieron de ver cómo sus  ciudades iban
          siendo controladas sucesivamente por los romanos. Los galos, por su parte, fueron
          rechazados hasta el mar, perdiendo gran parte del territorio  que habían ocupado y
          que muy pronto sería romanizado. Los samnitas, no sin escarceos militares, se reple­
          garon hacia los Apeninos.


          Nuevas derrotas etruscas

             Los  enfrentamientos  no  finalizaron,  pues  los  etruscos  pudieron  rehacerse;  sin
          embargo, en el 294 a.C. Ruselas fue sometida por las armas del cónsul L. Postumio
          Megelo y Volsinii, Perugia y Arezzo se vieron obligadas a pactar con Roma en condi­
          ciones de inferioridad. Tito Livio (X, 37) indica que el cónsul M. Atilio Régulo, ade­
          más de obligarlas a pactar una tregua de 40 años, les exigió a cada una de ellas una
          fuerte indemnización (500.000  ases),  a modo de multa. Al año siguiente,  el cónsul
          Spurio Carvilio Máximo realizó  algunas campañas contra los  etruscos, tomándoles
          la ciudad de Troilum (no localizada todavía, pero que ha de identificarse con Mon-
          tefiascone),  dejando salvos a 470 nobles a cambio de sumas considerables, y ma­
          tando y esclavizando al resto de la población. Asimismo, por entonces, la insurrec­
          ción de los faliscos de Falerii fue controlada, para ser sojuzgados definitivamente
          en el año 241 a.C.
             Etruscos, galos y lucanos se coaligaron nuevamente, pero los romanos, que ocupa­
          ban posiciones en el Apenino central, en Campania y en la Apulia, pudieron deshacer
          momentáneamente la coalición. La nueva situación de clara rebeldía contra el poder ro­
          mano fue aprovechada por algunos enclaves etruscos, entre ellos, Volsinii y Vulci, los
          cuales, contando con la ayuda de los galos senones, intentaron en el 285 a.C. sacudirse
          el yugo romano. Incluso en el año 284 a.C. los etruscos y los galos senones lograron de­
          rrotar  en Arretium  al  cónsul  L.  Cecilio  Metelo Denter,  que  murió  en  la  refriega
          junto a  13.000 de sus hombres (Polibio, II, 19), batalla que venía a significar el desqui­
          te de Sentino y que logró despertar nuevas insurrecciones en el Samnio y en Etruria me-

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