Page 66 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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nificó la alteración de las poblaciones etruscas, algunas de las cuales, no obstante, ha
bían tenido ciertas esperanzas de unir su suerte al cartaginés.
Tales esperanzas Rieron cortadas por el cónsul Marco Livio, el cual fue enviado a
Etruria para averiguar qué pueblos etruscos o umbros habían tenido la intención de
separarse de Roma. Los procesos judiciales, que se siguieron y que duraron unos tres
años, provocaron en el 205 a.C. nuevas agitaciones alentadas sobre todo por la pre
sencia de Magón, otro hermano de Aníbal. Numerosos etruscos se dispusieron a
combatir al lado del cartaginés, pero Roma envió al año siguiente a tres de sus legio
nes al mando del procónsul M. Livio Salinator a sofocar la insurrección, que no
pudo dominar. En el 203 a.C. tuvo que acudir al norte de Etruria, en calidad de pro
cónsul, M. Cornelio Cetego, quien logró someter a los sublevados mediante la incau
tación de bienes y procesos sumarísimos.
Exigencias de Roma
Las presiones políticas de Roma y su presencia militar lograron que, poco antes
del 204 a.C., las principales ciudades de Etruria, según recuerda Tito Livio (XXVIII,
45), participasen con ayudas en la expedición africana de R Cornelio Escipión con
tra Cartago. Según tal autor, Caere, Tarquinia, Ruselas, Populonia, Volterra, Arezzo,
Chiusi y Perugia contribuyeron con sus víveres, sus armas o sus materias primas a tal
empresa. De hecho, tal ayuda venía a ser el pago exigido por Roma a los etruscos por
el apoyo prestado a Aníbal años antes.
El listado de ciudades, por otro lado, evidencia que, a comienzos del siglo m a.C.,
ya había dejado de existir la dodecápolis etrusca, lo que indicaba que la romaniza
ción era un hecho evidente. Sin embargo, la no presencia de ningún etrusco en el
ejército de P. Comelio Escipión hace pensar que los romanos no se fiaban del todo
de sus romanizados etruscos.
Tras la guerra contra Aníbal, el proceso romanizador del país etrusco se fue acen
tuando, circunstancia a la que contribuyó la sumisión de la Etruria circumpadana, la
fundación de colonias en diferentes enclaves etruscos y, sobre todo, la progresiva des
capitalización y el abandono de las principales ciudades etruscas, que no se habían
rehecho de los desastres de la conquista militar.
Años más tarde, en el 196 a.C., según refiere Tito Livio (XXXIII, 36), Etruria se
vería agitada a causa de una revuelta de esclavos —deberíamos mejor entender «de
etruscos esclavizados por Roma»—, que fue reprimida muy duramente por el pretor
M. Acilio Glabrión, quien no dudó en azotar y crucificar a los cabecillas de la suble
vación y en confiscar muchos bienes.
El «Senatusconsultum de bacchanalibus»
Diez años después, en el 186 a.C., bajo el pretexto de unos ritos dionisíacos
—introducidos en Etruria años antes por un griego de condición humilde (graecus ig
nobilis)— en los que —según los informes romanos— hombres y mujeres se entrega
ban «en secretas reuniones nocturnas» a las seducciones de las bacanales, se volvió a
producir otro movimiento rebelde en amplias zonas etruscas.
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