Page 67 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Según los romanos, «aquellos misterios» nefandos que habían contagiado incluso
        a Roma habían sido propalados por los etruscos. El senado, por razones más políticas
        y sociales que religiosas, promulgó una disposición (Senatusconsultum de bacchanalibus)
        mediante la cual se prohibían las prácticas de aquellos ritos, tenidos en el bosque sagra­
        do de Stimula (Semele), a lo que siguió una severa acción policial, que recayó en mu­
        chos etruscos y romanos (7.000 personas fueron perseguidas y más de 6.000 fueron en­
        carceladas o condenadas a muerte) y que se mantuvo hasta el año 180 a.C.
           La historia de tales bacanales puede seguirse en Tito Livio (XXXIX, 8 y ss.), autor
        que recoge las andanzas personales de la liberta Híspala Fecenia y de su joven aman­
        te R Ebutio, seguidores de los misterios báquicos. Ante el abandono de su amante,
        Híspala acabaría por descubrir cuanto sabía de los misterios secretos de las bacana­
        les, «misterios» que serían cortados de raíz por el senado romano ante el informe del
        cónsul Sp. Postumio Albino.
           El texto de tal senatíisconsultum (CIL, I, 2, 581), en su versión dirigida a los habi­
        tantes del ager Teuranus, área de la actual Tiriolo en Calabria, se ha conservado en una
        pequeña placa de bronce (27,3  X 28,5  cm), localizada en  1640 cerca de Tiriolo, hoy
        atesorada y expuesta en el Kunsthistorisches Museum de Viena.



        Integración de Etruria en Roma

           Resuelto el problema de las bacanales, Etruria, que había sido convertida casi en
        su totalidad, y a la fuerza, salvo excepciones, en ager publicus, se fue integrando cada
        vez más en el aparato económico y político de Roma, no dudando determinadas fa­
        milias etruscas en colaborar con los romanos.
           Prueba de su integración era la presencia de un elevado número de colonos y de
        esclavos romanos y extranjeros en no pocas ciudades etruscas —sobre todo de la Ma-
        remma—, mano  de obra servil que abría el camino para el mantenimiento,  a bajo
        costo, de los enormes latifundios que por la conquista se habían creado en Etruria.
        La presencia de aquella mano de obra, peculiar en el planteamiento capitalista y es­
        clavista romano, fue una de las circunstancias que llevaría a Tiberio Sempronio Gra­
        co, a su regreso de Hispania en el 137 a.C., a preparar sus reformas agrarias ('Lex Sem­
       pronia), según sabemos por Apiano (Hist, rom.,  1, 7-9).
           Fracasadas aquellas reformas y las de su hermano Cayo, muerto en el  121  a.C.,
        Etruria no participaría en la gran insurrección de los pueblos itálicos que, con moti­
       vo de la concesión de la ciudadanía romana,  se había suscitado (Guerra Social o
        bellum sociale del 91-88 a.C.), dado que las grandes familias oligárquicas etruscas, a las
        que tal concesión perjudicaría económicamente, ya se habían preocupado de obte­
       ner la ciudadanía romana con anterioridad.


        Consecuencias de la primera guerra civil

           En el posterior enfrentamiento entre Cayo Mario y L. Cornelio Sila, que motivó
       una primera y sangrienta guerra civil (87-82 a.C.), Etruria hubo de sufrir mucho, de­
       bido a que toda la zona del norte había tomado partido por el bando de Mario. Sin
       embargo, Sila, al salir vencedor, ejecutó una cumplida venganza (F. Hinard). Populo­
       nia fue tomada al asalto, Volterra hubo de soportar un asedio de tres años, al cabo de


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