Page 65 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Aunque Roma había derrotado a Cartago y le había impuesto una gravosa carga
en metálico como indemnización de guerra, los cartagineses, incumpliendo el trata
do del 226 a.C., que habían pactado con Roma, prosiguieron sus luchas, ahora al
mando de Aníbal. Este caudillo militar se lanzaría contra los romanos desde España,
después de atravesar audazmente y no sin dificultades los Pirineos, el Ródano y los
Alpes en pleno invierno, según cuenta Tito Livio.
Aníbal logró atraerse a varias tribus galas y en campañas relámpago derrotar a los
romanos en algunos hechos memorables de armas, como los tenidos junto al río Te-
sino (218 a.C.), en donde obligó a retirarse al cónsul P. Escipión, y a orillas del
Trebia, un afluente del río Po (218 a.C.), venciendo a Tiberio Sempronio Longo.
Atravesados los Apeninos, se presentó en Etruria y junto a Perugia, a orillas del
lago Trasimeno (217 a.C.), infligió una terrible derrota a las tropas romanas manda
das por el cónsul C. Flaminio.
Al conocerse la derrota de Roma junto al lago Trasimeno, los celtas, ligures e itáli
cos y, al parecer, los etruscos de los Apeninos y del norte de Etruria (los autores clási
cos no los citan) se declararon abiertamente en favor de Aníbal, llegando a atacar y, en
su caso, matar a los romanos que ocupaban sus territorios. Una interesante inscripción
(TLE, 890) de una tumba tarquiniense de la necrópolis de Villa Tarantela testimonia la
existencia de un mercenariado etrusco en las filas anibálicas. La misma recuerda que un
tal Laris Felsnas, un capuano (¿o perugino?) que había llegado a vivir 106 años, había
sido enrolado en el ejército de Aníbal. Para M. Sordi, sin embargo, el precitado Feisnas
habría combatido en Capua con los romanos en contra de Aníbal.
Incomprensiblemente, sin embargo, el caudillo cartaginés no se lanzó contra
Roma, sino que se dirigió hacia el sudeste esperando aislarla de sus aliados. En el 216 a.C.
en Apulia —en la localidad de Cannas— obtendría una memorable victoria sobre las
tropas romanas, que, al decir de Silio Itálico (VIII, 472-491), contaron con ayuda de
varias ciudades etruscas.
Tras algunas otras operaciones militares en Campania —asedio de Capua, devas
taciones en Cumas, Nápoles y Nola— y en Bruttium, el victorioso Aníbal se vio obli
gado a regresar a África en el 203 a.C.
Esperanzas etruscas
El historiador Polibio (III, 37) señala que Aníbal no había ido a Italia a luchar
contra los pueblos itálicos, sino contra los romanos, los verdaderos opresores de
aquéllos. En cualquier caso, la presencia del caudillo cartaginés motivó que duran
te todo el 217 a.C. el norte de Etruria se viese salpicado por pequeñas revueltas lo
cales. Aunque nos faltan fuentes de información, la presencia cartaginesa hubo de
pesar sobre el pueblo etrusco, que, excepción hecha de algunas conspiraciones pará
ayudar a Aníbal y con la salvedad de puntuales sublevaciones, como una suscitada
en Arezzo en el 209 a.C. —que fueron resueltas por el cónsul M. Claudio Marce
lo—, permaneció, unido al pueblo romano.
Pequeños actos de sabotaje, algunos fraudes contra las arcas romanas, como los
cometidos por Marco Postumio de Pyrgi y Lucio Pomponio de Veyes, y la propala-
ción de nefastas profecías contra Roma no fueron lo suficientemente importantes
como para que se produjera una ruptura entre Roma y Etruria. Tampoco la llegada
de Asdrúbal, el hermano de Aníbal, presente en el año 207 a.C. en la alta Italia, sig
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