Page 169 - ¿Y si quedamos como amigos?
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          Curtis?

             ¿Alex  Curtis?  Se  había  graduado  el  año  anterior.  Formaba  parte  del  equipo  de
          baloncesto y era muy bueno. Nos habíamos juntado unas cuantas veces en verano antes
          de que se fuera a estudiar a Marquette.

             —Sí —dije en un tono más brusco de lo normal. Alex era buen tipo, pero no quería
          que Macallan pensara lo mismo.
             —Bueno,  hace  un  par  de  días  me  lo  topé  y  estuvimos  hablando  un  rato.  Nuestras
          mamás,  este…,  eran  buenas  amigas  —advertí  que  Macallan  estaba  dando  rodeos—.
          Bueno, pues estará por aquí en las fechas del baile y se ofreció a llevarme.

             ¿Macallan asistiría al baile de invierno con un universitario? ¿Un universitario que
          ya  conocía  de  antes?  ¿Con  el  que  había  estado  platicando  hacía  un  par  de  días  sin
          mencionármelo?

             —Genial—fue la patética respuesta que se me ocurrió.
             Una expresión de alivio asomó a su rostro.
             —Sí, sí, es muy lindo. Y yo ni siquiera había vuelto a pensar en el baile, pero él lo
          comentó. Me preguntó con quién iría y al decirle que con nadie… —se sonrojó—. Dijo
          que le parecía un crimen imperdonable que debía ser reparado cuanto antes.

             Soltó una risita tonta.
             Yo tenía ganas de vomitar.
             —Te cae bien, ¿no?

             ¿Que si Alex Curtis me parecía buen tipo? Claro.
             ¿Que si le habría golpeado en la cara en aquel mismo instante? Obvio.
             ¿Por qué no decírselo? ¿Por qué no confesarle a Macallan cómo me sentía? ¿Por qué
          no reconocer lo que quería, no, lo que necesitaba con toda mi alma?
             En aquel momento, sin embargo, recordé que Macallan había huido la última vez que

          me declaré. Lo incómoda que se había sentido a su regreso de Irlanda. Lo mucho que
          me había arrepentido de haberla ahuyentado.
             ¿Serían distintas las cosas ahora?

             Abrí la boca dispuesto a portarme como un hombre hecho y derecho.
             —Macallan.
             —¿Sí?
             El zumbido de la máquina de electroterapia cesó. Kim se acercó y me quitó el hielo y
          las almohadillas.

             —¿Levi? —Macallan me miró preocupada—. ¿Querías algo?
             —Da igual.
             Ya no era el momento.


          Me propuse concentrarme en lo que tenía: una familia maravillosa. Una íntima amiga


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