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Martes 4 Diciembre 2018

                                          jus ti cia a todos los que hayan aguar da-
           LITURGIA EUCARISTICA           do con amor su veni da.
             Oración sobre los dones        Oración después de la comunión
           Te pedimos, Dios nuestro, que te     Saciados con el alimento espiritual,
       agraden nuestras humildes oraciones y   te rogamos, Padre, que por la partici-
       ofrendas, y ya que carecemos de mé-  pación en este santo misterio, nos en-
       ritos propios socórrenos con tu mise-  señes a valorar sabiamente las realida-
       ricordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.  des terrenas con el corazón puesto en
                    Prefacio              las celestiales. Por Jesucristo, nuestro
         (Prefacio de Adviento I  o II) Santo...   Señor.
              RI TO DE COMU NIÓN
                                              En la catedral de San Nicolás de los
         Antífona de comunión:  2 Tm 4, 8      Arroyos, primeras vísperas
           El justo Juez dará la coro na de        de la solemnidad.

        EL JARDÍN DE LA SAGRADA ESCRITURA
          Dice el Apóstol: Muchas veces y de muchos mo-
        dos habló Dios antes por medio de los profetas; mas
        en estos últimos días nos ha hablado por medio del
        Hijo (Heb 1, 1-2). Por medio del Espíritu Santo habla-
        ron la ley, los profetas, los evangelistas, los apósto-
        les, los pastores y maestros. Por eso, toda Escritura
        es inspirada por Dios y es también útil (cfr. 2 Tim 3,
        16). Es, pues, cosa bella y saludable investigar las
        divinas Escrituras. Como un árbol plantado junto a
        cursos de agua, así el alma regada por la Sagrada
        Escritura crece y lleva fruto a su tiempo (Sal 1, 3);   y por medio de Él al Padre de las luces (Sant 1, 17).
        es decir, la fe recta; y está siempre adornada de   Pero no lo exploremos con desgana, sino con ardor
        verdes hojas, esto es, de obras agradables a Dios.   y constancia; no nos cansemos de explorarlo. De
        Por las santas Escrituras, en efecto, somos condu-  este modo se nos abrirá. Si leemos una vez y otra
        cidos a cumplir acciones virtuosas y a la pura con-  un pasaje, y no lo comprendemos, no nos debemos
        templación. En ellas encontramos el estímulo para   desanimar, sino que hemos de insistir, refl exionar,
        todas las virtudes y el rechazo de todos los vicios.   interrogar. Está escrito, en efecto: interroga a tu pa-
        Por eso, si aprendemos con amor, aprenderemos   dre y te lo anunciará, a tus ancianos y te lo dirán (Dt
        mucho; pues mediante la diligencia, el esfuerzo y   32, 7). La ciencia no es cosa de todos (cfr. 1 Cor 8,
        la gracia de Dios que da todas las cosas, se obtie-  7). Vayamos a la fuente de este jardín para tomar
        ne todo: el que pide, recibe; el que busca, halla; a   las aguas perennes y purísimas que brotan para la
        quien llama, se le abrirá (Lc 11, 10). Exploremos,   vida eterna (cfr. Jn 4, 14). Gozaremos y nos saciare-
        pues, este magnífi co jardín de la Sagrada Escritura,   mos, sin saciarnos, porque su gracia es inagotable.
        un jardín que es oloroso, suave, lleno de fl ores, que   Si podemos tomar algo útil también de los de afuera
        alegra nuestros oídos con el canto de múltiples   [de los escritores profanos], nada nos lo prohíbe;
        aves espirituales, llenas de Dios; que toca nuestro   pero comportémonos como expertos cambistas,
        corazón y lo consuela cuando se halla triste, lo cal-  que recogen el oro genuino y puro, mientras recha-
        ma cuando se irrita, lo llena de eterna alegría; que   zan el oro falso. Acojamos sus buenas enseñanzas
        eleva nuestro pensamiento sobre el dorso brillante   y arrojemos a los perros sus divinidades y sus mitos
        y dorado de la divina paloma (cfr. Sal 67, 14), que   absurdos, pues de todo eso sacaremos más fuer-
   14   con sus alas esplendorosas nos lleva hasta el Hijo   zas para combatirlos. SAN JUAN DAMASCENO,
        Unigénito y heredero del dueño de la viña espiritual,
                                          Exposición de la fe ortodoxa, IV, 17.
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