Page 147 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
P. 147

Dientes de clavo, cinco.
         Vainilla, cuarta parte de una vaina.
         Nuez moscada raspada, lo que quepa en las yemas de loi
     dedos.
         Inmediatamente, después de echar los dientes de clavo, se
     extraerán, substituyéndolos por dos gotas de tintura de cantáridas.
         Cuando la mujer no tenga mucha prisa en asegurar y apo-
     derarse del hombre, bastará la primera preparación indicada, sin
     apelar a la tintura de cantáridas.
         No ocultaremos que el hombre, al saborear el té, café o cho-
     colate, podrá apercibirse de que tienen un sabor algo extraño, lo
     cual —cuando la mujer sabe y quiere— podrá atribuir a causas
     ajenas al buen condimento de las substancias de referencia, como
     por ejemplo, a las adulteraciones que sufren los artículos en las
     tiendas,  etc.,  etc.
            Cuando la mujer —dotada generalmente de mayor pene-
     tración y perspicacia que el hombre— sospechare que éste se le es-
     capa, bien porque otra se lo robe, o bien por haberla comenzado
     a mirar con recelo, primer escalón de la antipatía,  si quiere rete-
     nerle y recobrar dominio sobre él, procederá en la forma siguiente:
         Repetirá el medicamento cada quince días, y, en los intervalos,
     convidándole a almorzar o a comer, le dará:
         En el almuerzo, una tortilla preparada en la siguiente forma:
     bátense los huevos muy bien batidos, agregándoles dos gotas de
     tintura de cantárida, y échense abajo los huevos ya batidos de
     una fuente a otra, diciendo: "pase este fuego que me devora al co-
     razón de.  .  . como estos huevos pasan de una fuente a otra." Re-
     petida esta operación por tres veces, se hace la tortilla y se sirve
     caliente.
          En la comida le daréis de comer albondiguillas, teniendo cui-
     dado de redondearle una por una en el cuerpo sudando, pasarlas
     luego por el pecho y el vientre reteniéndolas un instante debajo
     del sobaco. Luego le servirás palomos vírgenes, asados y  golon-
     drinas  fritas.
          En ambas comidas le obsequiaréis con una taza de buen café
     colado por el faldón de una camisa, con la cual debe haberse acos-
     tado la mujer por lo menos dos noches.
                        CONTRA EL AMOR

          Si queréis dejar de amar a una persona indigna de vuestro
     cariño, tomad el filtro siguiente:  el lunes, cuando la luna esté en
     menguante, a media noche, luego que el gallo con su canto h^ya
     ahuyentado a los espíritus infernales, salid de casa y dirigios a la
     crilía de un riachuelo, de un estanque o del mar, meted en sus
                               — 145 —
   142   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152