Page 58 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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Esta clase de adivinación se practicaba con gran fervor en-
tre los griegos, quienes recibían oráculos, esto es, respuestas cier-
tas sobre el porvenir.
Existían mágicos que presidían estas prácticas y esos mági-
cos exigían que los sacrificios fueran hechos a los manes del di-
funto, a fin de tenerlos propicios, sin lo cual permanecían sordos
a las preguntas que se les hacían.
Habiendo consultado Saúl a una nigromántica, ésta hizo ver
la sombra de Samuel, que le predijo toda suerte de cosas.
El emperador Basilio, que reinó en Constantinopla, habiendo
perdido a su hijo Constantino a quien amaba infinitamente, se
consagró a la Nigromancia y por los consejos de un monje heré-
tico llamado Santabrenus consiguió hacer aparecer un espectro
que tenía una grandísima semejanza con su hijo.
En Salamanca y en Toledo, siglos pasados, existían escuelas
de Nigromancia en profundas cavernas, a donde acudían no po-
cos sabios.
Para evocar los muertos se ha de llevar colocado el anillo de
Salomón en el dedo corazón de la mano derecha, y después de ele-
var el espíritu a Dios, se colocará la mano sobre la parte del co-
razón del cadáver y se dirá: "Yo te conjuro, criatura que fuiste
y ya no eres, de parte de los espíritus cuyos nombres lleva graba-
dos este anillo mágico e imantado, que atiendas a mi llamamiento
y contestes a las preguntas que voy a hacerte".
Talismán divino.
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