Page 71 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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son amantes de la ciencia, sutiles, ser\'iciales para con los hombres
ingeniosos o sabios y enemigos de los tontos y de los ignorantes.
Los seres de la expresada clase que pueblan al aire, se llaman
sílfides" los que pueblan los mares y los ríos se llaman "ondi-
nas" y los que se encuentran poblando la tierra desde sus mismas
entrañas, se llaman 'gnomos" y son los guardadores de los me-
,
tales y la pedrería.
Los gnomos, que, como se ha dicho, poseen en el más alto
grado la virtud de ser propicios a los hombres sabios e ingeniosos,
proporciona a los adornados de estas cualidades, los tesoros de
pedrería y metales; sin otra recompensa que la satisfacción de ser
serviciales.
En el centro inflamado de la tierra, que es la región del fuego,
viven las salamandras propicias a los filósofos.
Existe también otra clase de seres invisibles llamados "genios
familiares', Sócrates, Pitágoras. Platón, Celso, Zoroastro y tan-
tos otros que han brillado en las más altas esferas de la filosofía,
dominando en los diferenes ramos del saber humano, deben a sus
"genios familiares" su relevante sabiduría, y lo mismo que estas
tan renombradas personalidades, todos, hasta los más torpes tie-
nen un genio que les inspira, de cuya existencia no pueden dar
fe los oídos; pero que es el que positivamente influye en todos los
juicios que el hombre forma, aunque no sea tan eficaz y activo cuan-
do influye sobre un torpe que cuando lo hace sobre un inteligente.
Además de los ya mencionados, podrían enumerar otros ma-
chos, que como los duendes y trasgos, se dedican a molestar a los
hombres con golpes, ruidos y otras muchas manifestaciones que
nos sirven para conocer su existencia.
La materia constituye el todo de la creación. No existe abso-
lutamente un solo punto en el universo que carezca de esta subs-
tancia. Esta forma los mundos, el agua, el aire, y así como el Es-
píritu Supremo lo llena y vivifica todo con su esencia divina, la
materia proporciona los elementos que a nuestros ojos se manifies-
tan de un modo tangible.
No es posible al hombre destruir la más mánima parte de la
materia, y tomando como norma una simple hoja de papel de fu-
mar, se verá, que aunque se queme y se machaque, jamás se lo-
grará suprimirla en absoluto.
Átomo es la parte más íntima de la materia.
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