Page 70 - El libro de San Cipriano : libro completo de verdadera magia, o sea, tesoro del hechicero
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te nuestros ojos en breves instantes? ¿Pues a qué puede atribuirse
          esto,  si no es a los gnomos? Este malestar que nos asalta al per-
          manecer delante de un extraño que nos mira; esa antipatía o sim-
          patía que nace a la primera ojeada entre dos personas, y esta pre-
          disposición benévola que tenemos hacia los astros magnánimos,
          ¿qué son sino tantos ejemplos de la existencia de estos espíritus
          que pénense en contacto?
              Sí, cien veces  sí; son fluidos inherentes; nuestros compañe-
          ros inseparables durante el tránsito que, más corto que largo, to-
          dos sufrimos, y lo que tenemos que procurar es hacernos merece-
          dores de su auxilio, que estriba en la reflexión de nuestros actos,
          cuidando que a su llamamiento siga nuestra sumisión a sus incli-
          naciones, llegaremos en línea recta al sumun de la sabiduría que
          está acordada por el Altísimo a sus elegidos.

                                CAPITULO VI


                                  De lo in[inito
               Encontraréis el infinito en la materia, en el espacio, en el mO"
          vimiento, en los astros que tachonan la bóveda celeste, y en cuan-
          tas cosas pongáis vuestra atención o vuestra mirada.
               El hombre debe estar orgulloso de la exploración que realiza
          de los insondables espacios, y de que, gracias a su sagacidad, se
          le hayan revelado muchos de los secretos de la naturaleza.
               Es preciso, sin embargo, guardarse de estudiar la moral con-
           tenida en los escritos ignorados de la multitud de los sistemas,
           producidos por arrebatos de imaginación, por inquietudes de hom-
           bres exaltados con la idea de conseguir grande y rápida celebridad.
               Deben desterrarse todas las obras que tengan  tal carácter
           y acoger tan sólo las reputadas y admitidas en todos los pueblos
           que son las que han de revelarnos los secretos del infinito, pala-
           bras mágicas que, por sí solas, abarcan una serie inalterable de
           maravillosos y desconocidos arcanos.
               Entre lo infinito se ha de apreciar, en prim.er término, el es-
           pacio, del cual puede decirse que es el mundo de los prodigios  y
           de los misterios, los cuales se producen constantemente ante nos-
           otros, sin que de ellos podamos tener la más ligera idea.
               El espacio está poblado de innumerable multitud de seres un
           poco siniestros en apariencia, pero dóciles en realidad; estos seres.
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