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INTRQDUCCIÓN















                                                       Ln  verdntlera mwlifeslución de la  vic/11
                                                                 comienza con In escritum,
                                                                               HERAct 1 ro





               L<t  n1ligrafía expNimcnt<l dt•!>ÓC  hate pow uua cspec1c de tenacimiento. Es objt'to
              dt•  ~:~tudm~; -;u  practica smc•tn interes t' incluso han aparecido comercios que ~e
              '"'~Pl'C'Jalizan t'n  materialc::. caligráficos. Críticos y eruditos, m<ís  preocupados ahora,
              mtwstr<ln  tamb1én  un  1nteré::. inequívoco que no hace más que lOmar el relevo del
              ~usto ck'l ptlblico hac1a la  letra, el retorno alut('nsilio y al simple placer de cscribtr.
               Muestra de c:llo es que recientemente un concurso en  Francia hr~ contado con  la
               p.nlkípaci6n de nad<l  meno<; que ochocientas cincuenta personas. Lejos de ser un
               lt:númenu aislado, este rcnacimit:nto ha alcanzado proporciones asombrosas,
               t'5IWCJalnu::ntc en lstado::.  Unido~. donde cualquirr ciudadano puede adquirir
               fácílnwntr> su neceser caligr<ihco en cualquiera de las denominadas grandes
               :.11pcdicil'~.
                 l'élrnrlojicarnente,  <''-~  pn·cisc~mc•nte en el país en el qut· triunfa la presión
               tLcnoiGgica donde la  IIU<'Va  pé1sion ¡.¡or la  caligrah11 ronocc su máximo auge.
                 En  Francia, desde la década Je los años sesenta, el  movimiento cle  la escuela de
               IIIH' hr~ con tribuido eJJ  g• ill1  rnrdícla a renovar esta tradición. El pueblo ele  Lurs, en
               1.1  Provenza, donde ~e reunían los más emmentes especialista:; de la  comunicación
               C"cnta, fue  uno de los lugarc-. donde c.omenz6 la invcstigacion caligráfica. Rajo el
               impubo de.>  Maximilien Vox, fundador de dicha escuela, y de Gérard  Blanchard,
               "" continuador (t H)9B), lt1  caligrafía  no ha dejado de reconquistar paulatinamente
               d  lugar clf'  honor qur ocup<'l en cpocas pasada:.. La  creaciÓn  en  1967 del escritorio
               ck  Joulou::.e, donde puedo presumir que he cursado estudios, ronstituye  la principal
               pn.Jl•ha  de <>ste reoan'l. l::n  el extranjero no hay desiertos caligráficos. Por lo gcnen1l,
               lo~ u::.os y las ¡.¡ráclicas han perdurado. En Gran Brctatia, gracias a la  influencia de
               Edw<u el Johnston, la Escuc'la 1 nglrsa ha dado alguno~ de los calígrafos más
               pre::.tigiosos tlt' nu!.!strn siglo. Otro ejemplo de continuidad es la Escuela de Viena,
               repre..,entada por Rudolph  von Lamch, que también engendró el  movimiento
               al,•mán. t'n el que -;obre~>ale especialmente Rudolf Koch.  Estos ejemplos dan fe
               dd per::.i::.tcnte vigor de  lt~ C"a!Jgrafía europea. ¿C6mo puede' explicarse en Francia
               el  retroceso anterior a este renacimiento? Por un lado ror la n1ecanización ele  la
               t':o.< ritma y, por otro, po1  la vuelta nostálgic<1  al estucrzo  manual. ¿La e~lanclari7ación
               tle los productos cntr<1ría puc::.  en contradicción con el placer ecológico pe¡¡  el objeto
               arll•snn;:¡l"t'  Sin duela. Los  motivos de este resurgimiento deben buscarse en el secreto
               ele  nueslr?s tle~>eos más inhibídot..  La caligrafía, a nuestro entender, constituye  una
               escllela de conocimiento cle uno mismo que guarda relación con lo espiritual. Se
               funJamenta en valores que excluyen cualquier noción de moda.





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