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ttt.-LOS GRANDES HOMBRES

ella acudirán hombres de todos los puntos de
la tierra.
Y, en efecto, fué Alejandría una de las má!s
poderosas y ricas ciudades de la antigüedad.
Aún hoy existe, para gloria inmortal del nom-
. bre de Alejandro.

No quería Alejandro marcharse de Egipto
sin consultar al famoso oráculo de Ammón,
que se hallaba en el templo de Júpiter, en
Libia, y que pasaba por infalible. Fué en
vano que cuantos iban con él pretendieran
hacerle ver las muchas penalidades a que se
exponía: Las resoluciones de Alejandro jamás
retrocedían. Atravesó, pues, el desierto, se-
guido s6lo de los que, a toda costa, le quisie-
ron acompañar, y caminó cuatro largos días
por aquella tierra estéril 'y seca, en que el
viento levanta!ba remolinos de arena capaces
de envolver y cegar a todo un ejército. Y no
fué esto lo peor, sino que la sed atormentába
ya a los viajeros y nG se hallaba agua en parte
alguna, y la que, a prevención, llevaban en
los odres, con el ardor del sol se había secado
y consumido hasta no quedar ni una gota.
El sol abrasaba. Parecía de fuegd la tierra.