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tamia, mas, desviándose del camino de Babi-
lonia, sigui6 otro más cómodo para su ejérci-
to. Allí fué donde hall6 y aprisionó a varios
espías de Darío, por los que supo que este rey
le aguardaba en las orillas del Tigris, donde
tenía reunido un ejército muy considerable.
Y Alejandro se apresur6 a seguir en su avan'."'
ce, anhelando siempre hallar a su enemigo,
mas sin lograrlo. A la orilla del río no había
ni rastro de Darío ni de las tropas persas. En
su afán de avanzar, de avanzar, Alejandro dió
orden a sus hombres de que atravesaran el
río.
Tigris, en lengua persa quiere decir flecha.
Con lo que se significa que es aquel río de
cauce muy estrecho y de muy rápida corrien-
te. Su paso resultaba, pues, bastante difícil.
Dispuso Alejandro que la infantería pasara
entre la caballería, y él, a pie, penetró dentro
del agua entre la primera. Alejandro fué el
primero en llegar a la orilla opuesta, y no
pudiendo valerse de la voz porque el fragor
del río y el estrépito de las armas le impedían
ser oído, mostraba con la mano el vado a
los soldados. Pero los soldaidos resbalaban en
las piedras, y apenas si podían sostenerse p<>r