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ALEJANDRO MAGN0.-42
vi6 todos sus pensamientos a la anhelada gue-
rra con Persia.
Mas, aún no había dispuesto el destino que
este anhelo de Alejandro se realizase. Volvía
a Macedonia cuando recibió la noticia de la
rebelión de Iliria, donde ex.citaba los ,ánimos
contra los macedones, Clito, hijo de un .carbo-
nero que en otro tiempo usurpara la corona,
y a quien Filipo, padre de Alejandro destro-.
nó y castigó como merecía.
Al saber lo que en Iliria ocurrfa, acudió
Alejandro a aquellos lugares, y al llegar los
macedone'> a los bosques a que el enemigo se
había acogido, se ofreció a su vista un horri-
ble espectáculo. En mitad del bosque yacían
tres jóvenes, tres doncellas y tres carneros
muertos, cuyos cuerpos y cuya sangre se mez-
claban y confundían. Los desdichados habían
sido víctimas de los bárbaros y de su religión
monstruosa, y se les había sacrificado para
pedir a los dioses el valor necesario a las tro-
pas cuando combatiesen. Mas no fué así, sino
que tal maldad fue vengada con el gran terror
y la gran cobardía que los ilirios-en vez del ·
valor solicitado-sintieron.
Era difícil a los macedones avanzar por