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47.-LOS GRANDES HOMBRES

los tebanos, y, forzando sus defensas, Heg6
hasta ellos y empezó la lucha. Lo mismo,
alentado por tal ejemplo, hizo Amynthas, que
no estaba lejos de él, y, al mismo tiempo,
Alejandro, viendo que ya era imposible con-
tener a lo$ suyos, hizo avanzar a sus tropas, y
ordenandq a los soldados armados a la ligera
que acudiesen al socorro de sus compañeros,
qued6 él en la trinchera.
El combate fué porfiado y sangriento. P'ér-
dicas, pretendiendo penetrar en la segunda
trinchera, fué herido y los tebanos cargaron
de modo terrible contra los macedones .que,
amedrentados, huyeron hacia Alejandro.
Mas, apenas vi6 este monarca aquel desor-
den, a·cometi6 con su falange, en ruda batalla,
a Íos enemigos, y, mudándose la suerte del
combate, los obligó a huir inmediatamente,
con tanta precipitaci6n, que ni siquiera se .
acordaron de cerrar las puertas por donde. ha-
bían entrado en la ciudad·; lo que hÍzo que
pudieran salir los que se hallaban dentro de
la ciudadela. De esta suerte fué tomada la
más noble de las cindades de }a Grecia, en el
mismo día que se le puso sitio.
Dícese que, de~e hacía tiempo, numero-