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73,-LOS GRANDES HOMBRES
-· Es posible, señor, que te disguste mi
\terdad, pero yo creo mi deber decírtela. Ese
soberbio aparato de guerra, ese portent0So
número de hombres, ese ejército formado por
todo el Oriente, y en el que todo es pompa y
magnificencia, en el que, lo que más sobresa-
le, es el oro y la púrpura, podría ser formida-
ble para nuestros vecinos, rn.as no para el es-
pantoso ejército de los macedones, que, des-
preciando tan vana como inútil ostentación,
sólo aplica su cuidadosa vigilancia a formar
con destreza sus batallones y a resguardarse
lo mejor posible con sus escudos y picas. Su
falange es un cuerpo de infantería que com-
bate a pie firme, y se mantiene tan cerrado en
sus puestos, que los hombres y las armas son
como impenetrable valla. Estos hombres ha-
cen muy escaso aprecio del oro y de 1a plata,
pues han aprendido en la escuela de la pobre-
za. Y como en·tu ejército sólo hay oro y pla-
ta, es inútil que te esfuerces : no les ven-
cerás.
Aunque dícese que Darío era de natural
blando y moderad<;>, enojóle tanto esta res-
puesta, que mandó dar tormento a Charide-
tno, quien, en su gran lealtad hacia Darfo,