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71\.-LOS GRANDES HOMBRES
en sueños abrasarse el real de los macedones,
así como el que Alejandro, en vez de sus re-
gias vestiduras luciera las de los persas. Es-
tos lisongeros presagios, envalentonaron aún
más al rey persa que, dando a ellos completo
crédito, ordenó que sus tropas avanzasen ha-
cia el Eufrates.
Era muy curioso, según Quinto Curcio nos
cuenta, el modo de entrar en campaña que
tenían los persas. Aguardaban par:a ponerse
en marcha a que el sol se levantara, lo que se
anunciaba por medio de una sonora trompeta
cuyo clamor surgía de la tienda real. En se-
guida de dada esta señal, se ponían en mar-
cha por el orden siguiente :
Llevaban primero sobre unas andas de pla-
ta, el fuego que llamaban -sagrado; seguían
los magos cantando himnos religiosos y acom-
pañados por trescientos sesenta y cinco j6ve-
nes vestidos de púrpura, que representaban
los días del año. A continuación seguía un
carro, consagrado a Júpiter, conducido por
dos caballos blancos, y tras éste, otro de ta-
maño extraordinario, al que llamaban el Sol,
y en el que iban más jóvenes vestidos de blan-
co. No lejos de éstos, avanzaban diez carros·,
