Page 345 - El Retorno del Rey
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Elfos como de los Hombres, obtuvo la ayuda con la que Morgoth fue vencido. No
      se  le  permitió  a  Eärendil  volver  a  tierras  mortales,  y  llevando  en  su  barca  el
      silmaril,  se  hizo  a  la  vela  por  los  cielos  como  una  estrella,  y  como  signo  de
      esperanza para los habitantes de la Tierra Media oprimidos por el Gran Enemigo
      o sus servidores. Sólo en los Silmarill se preservó la antigua luz de los Dos Árboles
      de Valinor antes de que Morgoth los envenenara; pero los otros dos Silmarilli se
      perdieron al final de la Primera Edad. La historia completa de todas estas cosas,
      y  mucho  más  relacionado  con  los  Elfos  y  los  Hombres,  se  cuenta  en  El
      Silmarillion.
        Los hijos de Eärendil fueron Elros y Elrond, los Peredhil o Medio Elfos. Sólo
      en ellos se preservó la línea de los heroicos capitanes de los Edain de la Primera
      Edad; y después de la caída de Gil-galad, sólo los descendientes de los Altos Elfos
      representaron en la Tierra Media este linaje.
        Al fin de la Primera Edad los Valar pidieron a los Medio Elfos una elección
      irrevocable  entre  ambos  linajes:  tenían  que  pertenecer  a  uno  o  a  otro.  Elrond
      escogió la especie de los Elfos, y se convirtió en maestro de sabiduría. A él, por
      tanto,  se  le  concedió  la  misma  gracia  que  a  los  Altos  Elfos  que  todavía  se
      demoraban  en  la  Tierra  Media:  que  cuando  por  fin  se  cansaran  de  las  tierras
      mortales,  podrían  embarcarse  en  los  Puertos  Grises  y  trasladarse  al  Extremo
      Occidental; y esta gracia se continuó después del cambio del mundo. Pero a los
      hijos  de  Elrond  también  se  les  dio  a  elegir:  abandonar  con  él  los  círculos  del
      mundo; o, si no, volverse mortales y morir en la Tierra Media. Para Elrond, por
      tanto, todos los azares de la Guerra del Anillo estaban cargados de dolor.
        Elros  escogió  pertenecer  a  la  especie  de  los  Hombres  y  quedarse  con  los
      Edain; pero se le concedió una larga vida, muchas veces más larga que la de los
      hombres  ordinarios.  Como  recompensa  por  lo  sufrido  en  la  causa  contra
      Morgoth, los Valar, los Guardianes del Mundo, concedieron a los Edain una tierra
      donde vivir, apartada de los peligros de la Tierra Media. La mayor parte de ellos,
      por tanto, navegó por el Mar, y guiados por la Estrella de Eärendil llegaron a la
      gran Isla de Elenna, al extremo oeste de las Tierras Mortales. Allí fundaron el
      reino de Númenor.
        En  medio  de  la  tierra  había  una  alta  montaña,  la  Meneltarma,  y  desde  su
      cima los de vista penetrante podían avistar la torre blanca del Puerto de los Eldar
      en  Eressëa.  Desde  allí  los  Eldar  visitaban  a  los  Edain  y  los  enriquecían  con
      conocimientos y múltiples regalos; pero una orden habían impuesto los Valar a
      los  Númenóreanos,  la  « Prohibición  de  los  Valar» :  les  estaba  vedado  navegar
      hacia el oeste perdiendo de vista sus propias costas, o intentar poner pie en las
      Tierras Imperecederas.
        Porque aunque se les había concedido una larga vida, en un comienzo tres
      veces la de los Hombres ordinarios, tenían por fuerza que seguir siendo mortales,
      pues no les estaba permitido a los Valar quitarles el Don de los Hombres (o el
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