Page 122 - WORLD WC Antes de la Tormenta
P. 122
Durante los siguientes minutos, Calia y Faol le dieron a Anduin un resumen de a
dónde habían viajado y a dónde habían enviado a otros.
—Tratamos de tomar en cuenta a aquellos con quiénes hablaremos—dijo Calia—
. Por ejemplo, si viajamos a las Islas del Eco, enviamos a uno de nuestros trolls. Un elfo
de sangre a Tranquilien.
—Algunos han escuchado —dijo Calia—, y lamento decirte que otros aún están
más interesados en minar Azerita que en ayudar a Azeroth.
Anduin asintió.
—No es inesperado, aunque es verdaderamente desafortunado —suspiró—.
Suena cómo que hemos hecho todo lo que podemos. Solamente debemos proteger la
Azerita tanto como sea posible y tratar de asegurarnos de que la Horda no obtenga
demasiada.
Incluso cuando dijo esas palabras, Anduin supo que la idea no era nada más que
ilusiones. Por alguna razón, los goblins lo habían descubierto primero. Habían bajado a
Silithus en masa y habían puesto minas y formas de procesar el material antes de que
Shaw pudiera reportar a Anduin. Esa batalla podría estar ya perdida y el pensamiento le
hizo daño.
Pero tal vez existía una forma de luchar contra la Horda sin tener que pelear en lo
absoluto. Anduin esperaba tener a Baine ayudándolo en silencio desde el otro lado, pero
eso no era posible. Si esa idea iba a funcionar, sería responsabilidad de Anduin.
Cruzó las manos frente a él y miró a Calia y luego a Faol.
—Quería hablar sobre los renegados —dijo—. Y me disculpo de antemano si
parezco ignorante u ofensivo.
Faol no dio importancia a sus palabras.
—No necesitas disculparte en lo absoluto. Preguntando es cómo aprendemos y
resulta que yo tengo algunas respuestas.
A pesar de la garantía del arzobispo, Anduin estaba convencido de que sonaría
grosero. Había empezado a pensar que la discreción era la mejor parte de la valentía y
que lo mejor sería disculparse en ese momento
—He visto renegados antes de ahora —dijo—. Y estaba consciente de que ellos,
ustedes, no son unos irracionales y delirantes miembros del Azote. Tampoco he pensado
nunca que son propiamente malvados.
121