Page 154 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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muy complacida. Hoy, más que nunca, necesitaban estar juntos, trabajar juntos para la
mejoría de todos hasta que la Dama Oscura regresara.
Hoy estaban ofreciendo un servicio para aquellos renegados que habían
experimentado su Última Muerte, peleando contra el terrible mal que era la Legión
Ardiente. Vellcinda había hablado con el campeón de la Dama Oscura, Nathanos
Blightcaller, durante su visita más reciente a Undercity y le había implorado que
persuadiera a Sylvanas para volver.
—Sé que tiene muchas responsabilidades —le había dicho—. Pero sin duda puede
pasar algunas horas con nosotros. Por favor, dile que venga a la ceremonia que estaremos
oficiando para aquellos que han aceptado voluntariamente su muerte en beneficio de la
Hora. Ella no tiene que quedarse mucho si sus deberes la llaman, pero significaría mucho.
Nathanos había dicho que llevaría el mensaje. Pero no había señales de que
Sylvanas fuese a ir.
Esperó unos momentos más sólo por si acaso. Los renegados en la multitud
esperaban pacientemente, como siempre. Finalmente, su líder suspiró.
—Supongo que todos quieren que hable —dijo Vellcinda—. Así que trataré de
decir algo. Discúlpenme si aclaro mi garganta algunas veces; ¡todos estamos
familiarizados con el cosquilleo del icor!
Eso trajo algunas risas, ásperas y guturales. Vellcinda prosiguió.
—Primero quiero reconocer a nuestros amigos que han hecho el viaje para estar
aquí hoy. Veo elfos de sangre, trolls, orcos e incluso a unos cuántos goblins y pandaren.
Gracias por estar con nosotros para honrar a aquellos que cayeron de nuestras cada vez
más escasas líneas. Estoy particularmente agradecida con todos los tauren. Si no fuera
por ustedes, tal vez todos nos habríamos extinguido.
Había representantes de todas las razas de la Horda ahí, pero ella vio más tauren
que cualquier otro. Fue gracias a los tauren que los renegados habían sido admitidos en
la Horda. Vellcinda tuvo escalofríos al pensar en lo que le pudo haber pasado a su pueblo
sin esa protección.
—A pesar de eso, con la excepción de nuestros amables amigos que se encuentran
con nosotros, me temo que, tristemente, es preciso decir que muchos de los vivos todavía
no nos aceptan. Y estos individuos parecen pensar que, porque ya hemos muerto, no nos
importa la vida, o como sea que escojan llamar a nuestra existencia. Parecen pensar que
deberíamos sufrir menos cuando los nuestros perecen. Bueno, están completamente
equivocados. Nos importa. Nos afligimos.
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