Page 206 - WORLD WC Antes de la Tormenta
P. 206

en lugar de verlos como destructores de su ciudad, su modo de vida y toda su familia,
           había escogido identificarse con ellos.


                    —Estabas esperando que tu esposo y tu hija también se hubieran convertido en

           renegados en lugar de morir como el Azote —dijo suavemente— Esperabas que podrías
           tener noticias de ellos en la Reunión.


                    Calia asintió, secándose las lágrimas con una mano. La otra se mantuvo aferrada
           a la del joven rey.


                    —Sí —dijo—. No fue hasta que conocí al arzobispo que comencé a entender que
           los renegados no eran monstruos. Ellos eran… nosotros. Las mismas personas que tú y

           yo seríamos si nos hubieran asesinado y otorgado un tipo de vida diferente.

                    —No sabes si tu familia hubiera sido así —advirtió Anduin—. Pudieron haberse

           vuelto locos o crueles. Podría ser devastador para ti verlos de ese modo —las palabras de
           Genn a Fredrik volvieron a él mientras hablaba.


                    —Lo sé. Pero debo resistir por la oportunidad. ¿La Luz no se trata de eso, Anduin?
           ¿Esperanza?


                    La mente de Anduin regresó al juicio de Garrosh Hellscream. Cuando ese orco
           había ejecutado su escape, lo había logrado gracias al caos levantado por un inesperado

           ataque en el templo. En esa batalla, Jaina había sido herida de gravedad.

                    No, se corrigió. Se había estado muriendo.


                    Muchos, tanto de la Alianza como de la Horda, intentaron sanarla. Pero la herida
           era demasiado. Anduin recordó haberse arrodillado en el suelo de fría piedra del templo,

           viendo le respiración trabajosa de Jaina y viendo burbujas rojas formarse en sus labios,
           sus manos en su capa ensangrentada. Por favor, por favor, había rezado, y la Luz había

           venido. Pero él, igual que otros, estaba exhausto. Y la Luz que él llamó no sería suficiente
           para salvarla.


                    Recordó a otros decirle que se retirara, que había hecho todo lo que podía. Pero él
           se quedó ahí en esos desoladores e impotentes momentos ante la muerte de esa mujer que
           había amado como una tía. No, le había dicho a aquellos que querían que él se retirara.
           No puedo.


                    Y  entonces  la  voz  de  su  maestro,  Chi-Ji,  la  Grulla  Roja.  Y  así,  el  estudiante

           recuerda las lecciones de mi templo.

                    Anduin citó a Calia las palabras de Chi-Ji






                                                           205
   201   202   203   204   205   206   207   208   209   210   211