Page 210 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—Pedí armas —dijo—. Específicamente. Por su nombre.


                    —Ah, sí —dijo Grizzek—. Acerca de eso. Nosotros, eh…


                    —Algunas  cosas podrían  modificarse  en  armas  —dijo  Saffy,  sorprendiendo  a
           Grizzek—. Pero yo recomiendo encarecidamente no hacerlo. Lo que te hemos mostrado
           podría salvar vidas. Vidas de la Horda —admitir eso era difícil para ella, pero persistió—

           . Pueden construir estructuras que la Alianza no puede atacar. Pueden extender vidas,
           sanar heridas, salvar personas que de otro modo hubieran muerto. Esto ayuda a la Horda.

           No necesitan armas.

                    Gallywix  suspiró  y  miró  a  Saffy  con  una  expresión  que  era  casi  amable  y

           respetuosa.

                    —Eres una belleza y una sabelotodo —dijo—, así que te lo diré amablemente.

           Estamos en un mundo que siempre estará en guerra, cariño, y los únicos que sobrevivan
           son aquellos con las armas más grandes. Grizzek entiende. Ustedes los gnomos parecen
           tener problemas con ese concepto. Seguro, seguro, ésta Azerita hacer todas las cosas que

           dices que hará. Construiremos edificios y curaremos enfermedades y salvaremos vidas.
           Pero también vamos a aplastar a la Alianza bajo nuestros talones y Señorita Sabelotodo,
           necesitas decidir si estarás en el bando ganador cuando todo eso pase. Créeme cuando te

           digo que eso espero.

                    Él miró a Grizzek, señalándolo con un dedo para remarcar sus palabras.


                    —Armas. Pronto.


                    Entonces inclinó su espantoso sombrero a Saffy y se marchó.


                    Durante un largo momento ni Grizzek ni Saffy hablaron. Entonces, en voz baja,
           Saffy dijo.


                    —Lo que él hará con la Azerita… esos serán crímenes contra la gnomanidad. Y
           humanidad, y goblins, y orcos, y todos. Todos, Grizzy.


                    —Lo sé —dijo también en voz baja.


                    —Y nosotros habremos hecho posible que lo haga.


                    Grizzek se quedó en silencio. Eso también lo sabía.

                    Ella giró hacia él, sus ojos abiertos y humedecidos por las lágrimas.










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