Page 213 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—No —dijo Anduin—. No conmigo.
—Conmigo —dijo una voz rica, cálida y extrañamente llena de eco.
Ellos se giraron.
El Arzobispo Alonsus Faol estaba de pie en los escalones azules que llevaban al
altar.
Estaba vestido con una túnica que hablaba de su estatus en vida. Anduin había
buscado concienzudamente los adornos. Era, se dio cuenta, más fácil para los humanos el
reconocer los adornos externos de un arzobispo que lo que quedaba del propio hombre.
Ambos, Greymane y Turalyon parecían aturdidos. Anduin esperó, pero no habló.
Eso tenía que desarrollarse entre Faol y sus más viejos y queridos amigos sin interferencia
externa. Anduin dijo una plegaria silenciosa, que todos en esa habitación pudieran mirarse
con ojos que recordaran la amistad y vieran verdaderamente.
—Estoy bastante consciente de que no me veo cómo me recuerdan —continuó
Faol—. Pero creo que reconocen mi voz. Y mi rostro está casi intacto, aunque le falta esa
abundante barba blanca que tanto me gustaba.
Turalyon se quedó tan quieto como si fuera la estatua que se encontraba en la
entrada de Stormwind. Lo único que probaba que no era así era el rápido subir y bajar de
su pecho. La expresión en su rostro era una de gran adversión, pero no se movió ni habló.
Si la reacción de Turalyon era fría, la de Genn era fuego puro. Él giró hacia
Anduin, su rostro desencajado por la ira. No por primera vez pues el joven rey estaba
consciente del poder puro del hombre incluso aunque no estaba en su forma huargen. No
necesitaba ni garras ni dientes, ni siquiera una espada para matar. Y en ese momento, se
veía como si estuviera a punto de destrozar a Anduin con sus propias manos.
—Has ido demasiado lejos, Anduin Wrynn —Greymane gruñó—. ¡Cómo te
atreves a traer ésta cosa a la Catedral de la Luz! Estás persiguiendo éste ideal retorcido
de lo que es realmente la paz. Y ahora has traído eso aquí —su voz tembló— Alonsus
Faol era mi amigo. Era el amigo de Turalyon. Habíamos aceptado que se había ido. Fue
enterrado en la Tumba de Faol. ¿Por qué nos haces esto?
Anduin no retrocedió. Había estado esperando esa reacción. Cuando no obtuvo
respuesta, Greymane se giró hacia la fuente de su aborrecimiento.
—¿Tienes al chico bajo alguna clase de hechizo, desgraciado? —bramó— Sé que
hay sacerdotes que pueden hacer esa clase de cosas. Deja ir a Anduin, márchate y no haré
trizas ese pútrido cuerpo tuyo. Tú escogiste ésta… ésta existencia rastrera. Escogiste ser
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