Page 215 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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la piel del lobo. Mucho más alto, masivo, se agachó en sus patas de lobo y se preparó para
saltar hacia Faol. Turalyon agarró al huargen por el brazo, negando.
—No derrames sangre en éste lugar —dijo.
—La criatura ni siquiera tiene sangre —gruñó Genn, su voz grave y ronca—. ¡Está
cosido junto como una marioneta de palo con icor y magia!
—Sé algo acerca de pérdida —prosiguió el arzobispo. Anduin se maravilló ante
la calma de Faol—.Y sé algo también de ti. Te has aferrado a ese dolor. Te ha servido
bien. Te ha permitido pelear con una ferocidad desenfrenada. Pero como cualquier arma
afilada, puede cortar de ambos lados. Y justo ahora, lo hace entre tú y un entendimiento
que podría cambiar tu mundo.
—¡No puedo cambiar mi mundo! —chilló Grenn en una voz entrecortada. Las
palabras todavía destilaban furia, pero entre ellas había un profundo hilo de dolor que
hizo que a Anduin le doliera el corazón —¡Quiero a mi hijo de vuelta, pero esa Alma en
Pena lo asesinó! ¡Ella y su gente, tú gente, casi destruyeron a mi pueblo!
—Sin embargo, estás aquí —continuó Faol casi plácidamente —Muchos de
ustedes todavía están sanos. Fuertes. Vivos —por primera vez desde que comenzó el
enfrentamiento, el sacerdote no-muerto dio un paso al frente—. Respóndeme esto, viejo
amigo. Si no hubiera venido solo, si hubiera traído a Liam conmigo, levantado, como yo,
y aún fuera él mismo, como yo, ¿tu respuesta sería diferente?
El huargen se hizo hacia atrás con palabras que se le hacían más daño que
cualquier hoja afilada. Jadeó, las orejas se aplanaron hacia atrás en su cráneo, su cola
azotando el aire. El mismo Anduin, tambaleándose por la sorpresa de las palabras del
arzobispo, alzó las manos, ahuecándolas en preparación para recibir la Luz. Antes de que
pudiera actuar, Greymane aulló con furia, cayó en las cuatro patas y corrió fuera del
cuarto.
Anduin comenzó a ir tras él, pero Faol lo detuvo.
—Déjalo ir, Anduin. Genn Greymane siempre tuvo un temperamento y ahora se
le forzó a mirar a algo triste y horrible dentro de él. Él volverá en su propio tiempo o no
lo hará. Pero ahora, no importa lo que diga, se dio cuenta que no puede medirnos a todos
con la misma vara. Es una pequeña victoria, pero la aceptaré.
—Victoria.
Esa única palabra estaba imbuida del más frío aborrecimiento que Anduin jamás
había escuchado, tan llena de molestia que le dolió físicamente. En esos momentos tan
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