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—Mi única sabiduría es entender que no lo soy.





                   EL TEMPLO DE LA LUZ




                                               ABISAL








                    Cuando Anduin entró at templo, vio de inmediato que algo estaba sucediendo.
           Parecía como si todos en el templo se hubieran amontonado alrededor de la entrada a la

           cámara de Saa’ra, que estaba marcada por su constante resplandor. Con el ceño fruncido,
           Anduin se apresuró hacia la multitud, abriéndose paso entre los sacerdotes que estaban
           de  pie  o  arrodillados,  silenciosos,  reverentes.  Más  adelante,  Anduin  pudo  ver  la

           resplandeciente forma liliácea de Saa’ra, y a pesar de su dolor y confusión, sintió el roce
           reconfortante del Naaru sobre su espíritu.


                    El cuerpo de Calia Menethil estaba suspendido frente a Saa’ra. Ella estaba en el
           aire como si estuviera durmiendo, sus manos plegadas en su pecho. Su cabello rubio
           resplandecía  casi  tan  brillantemente  como  el  propio  Naaru,  cayendo  suavemente,  su

           túnica blanca y dorada vistiendo su esbelta figura.


                    Faol se arrodilló frente a la entidad cristalina, su cabeza agachada en una plegaria.
           La Suma Sacerdotisa Ishanah se colocó junto a Anduin y dijo en voz baja.


                    —Algo le está sucediendo a Calia. Su carne no ha comenzado a descomponerse.
           Faol ha estado con ella desde que la trajo aquí —la draenei giró, mirando hacia abajo a
           Anduin mientras ella decía—. Saa’ra le dijo que esperara por ti, mi joven rey.


                    Un escalofrío recorrió la espalda de Anduin y tragó. Respiró hondo y caminó hacia
           el arzobispo.


                    —Estoy aquí, Su Ilustrísimo —dijo en voz baja—. ¿Qué necesita que haga?


                    Faol giró su rostro para mirar a Anduin.


                    —No estoy seguro —dijo—. Pero Saa’ra insistía en que tú debías ser parte de
           esto.


                    Y entonces Saa’ra, que había estado en silencio, habló en sus mentes.






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