Page 277 - WORLD WC Antes de la Tormenta
P. 277

Zarcillos violáceos de humo se enredaban alrededor del arma mientras volaba
           infaliblemente  hacia  su  objetivo.  El  tiempo  pareció  desacerlerarse  cuando  Calia,  su

           capucha abajo y su cabello dorado volando, fue golpeada en el centro de la espalda,
           directamente a través del corazón. Ella se arqueó y cayó hacia adelante, golpeando el

           suelo  fuertemente, sus  brazos  y  piernas  en  jarras, haciendo  sus  últimos  movimientos
           torpes y sin gracia.


                    Anduin llamó a la Luz, pero estaba muy lejos, muy lento y no hubo respuesta.


                    Calia Menethil, heredera al trono de Lordaeron, estaba muerta.

                    Ahora, más allá de toda habilidad para ayudar, para sanar, la alcanzó y cayó de

           rodillas a su lado. Una vez más, una sombra cayó sobre su cuerpo, así como sobre su
           corazón,  y  miró  hacia  arriba,  devastado  y  furioso  de  ver  a  Sylvanas  Windrunner
           sonriéndole satisfecha, otra flecha lista en la cuerda de su arco.


                    El aire se llenó con el sonido de alas membranosas batiéndose mientras se le unía
           una multitud de sus forestales. Ellas, también, tenían flechas listas, todas dirigidas a él.


                    Un arranque de miedo lo recorrió velozmente, después una ira absoluta al rojo
           vivo. El escudo de Luz todavía resplandecía a su alrededor, pero no duraría. Tenía una

           opción. Podía salvarse y correr de inmediato hacia la fortaleza, protegido por la Luz o
           podría agarrar la figura flácida de Calia, vulnerable para una simple y ordinaria flecha, y
           llevarla fuera del campo.


                    Turalyon seguía llamándolo un campo de batalla. Continué diciéndole que estaba

           equivocado.

                    Silencisamente, Anduin recogió el cuerpo todavía cálido de Calia en sus brazos y

           se levantó. Miró hacia las forestales oscuras y a su señora oscura y miró fijamente a esos
           brillantes ojos rojos.


                    —Tú no quieres una guerra —dijo tranquilamente.


                    —¿Ah no? —ella tensó aún más la cuerda del arco. Anduin pudo escuchar el
           hueso del arco crujir—. Si te mato hoy también, tendría una pareja de realeza muerta: una
           reina y un rey.


                    Él negó con la cabeza.


                    —Si quisieras guerra, no estaríamos teniendo ésta conversación. Pero tengo el
           derecho a declararla. Prometiste no matar a nadie de los míos —levantó el cuerpo de
           Calia, dejando que su figura inmóvil dijera todo lo que necesitaba decirse.






                                                           276
   272   273   274   275   276   277   278   279   280   281   282