Page 66 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—Lo que el Cónclave hizo y continúa haciendo es muy importante —dijo Anduin.
Durante la guerra, habían deambulado por Azeroth reclutando sacerdotes para atender a
aquellos que se encontraban en las líneas de ataque contra la Legión. Ahora ellos todavía
atendían a aquellos valientes luchadores mientras lidiaban con las heridas duraderas en
cuerpo, mente y espíritu. No todas las cicatrices eran físicas—. Ojalá hubiera podido
asistir en sus esfuerzos durante la guerra.
—Querido muchacho —dijo Velen—, siempre has estado exactamente en donde
necesitabas estar. Tenemos nuestros propios caminos, nuestras propias luchas. El destino
de mi hijo era mío. El camino de Moira es sobreponerse a los prejuicios y defender a los
Dark Iron que creen en ella. El tuyo era suceder a un gran rey y gobernar a la gente que
te ha amado desde tu nacimiento. Es tiempo de abandonar los remordimientos. No hay
lugar para ellos en el Templo de Luz Abisal. Es un lugar inundado solamente de esperanza
y determinación para seguir a la Luz hacia donde nos guíe y llevarla a los lugares oscuros
que necesitan su bendición.
—Como es usual, el Profeta está totalmente en lo cierto —dijo Moira—. Aunque
debo admitir que estoy complacida de finalmente poder compartir éste lugar contigo. A
pesar de la terrible naturaleza de ésta visita, yo sé que ahí encontrarás algún bálsamo para
tu alma. Es imposible no hacerlo.
Habló como si ella misma hubiese encontrado tal bálsamo. Anduin pensó en ese
extraño material a salvo dentro de su bolsillo. Había planeado mostrárselo a los Tres
Martillos después de lo que se suponía sería una caminata agradable. Ahora se daba
cuenta de que nadie podría identificar esa piedra mejor que Magni, quien todavía era uno
con la tierra.
—Iremos, pero no todavía. Te agradezco por tu mensaje, Magni. Y… hay algo
que necesito mostrarte. A todos ustedes. —Resumió brevemente lo que sabía acerca de
ese material de color ámbar, dándose cuenta a medida que hablaba que era bastante poco.
—No sabemos mucho —finalizó—, pero creo que podrás decirnos más.
Sacó el pañuelo y lo desdobló. La pequeña gema brilló en aquellos cálidos tonos
ámbar y azul.
Los ojos de Magni se llenaron de lágrimas de diamante.
—Azerita —exhaló.
Azerita. Por fin tenía un nombre para eso.
—¿Qué es? —preguntó Moira.
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