Page 69 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—Sacerdotes  igual  que  nosotros  —finalizó  Moira.  Hizo  una  seña  hacia  los
           muchos individuos arremolinándose a su alrededor. Entre ellos Anduin no solamente vio

           humanos, gnomos, enanos, draenei y huargen —esos que estarían en casa en la Catedral
           de la Luz de Stormwind— sino también a elfos de la noche quienes adoraban a la diosa

           de la luna, Elune; tauren que seguían a su dios sol, An’she y…

                    —Renegados —murmuró mientras se le erizaban los vellos de los brazos y de la

           nuca.


                    Uno  de  ellos  se  puso  de  pie,  su  encorvada  espalda  hacia  él,  hablando
           animadamente con un draenei y un enano. Había otro grupo acercándose a una de las
           alcobas de la sala, cargando cuidadosamente pilas de, sin duda, tomos antiguos. Éste
           consistía en un renegado, un elfo de la noche y un huargen.


                    Las palabras no le salían. Anduin se encontró a si mismo mirando abiertamente y
           resistiéndose a pestañear por temor a que todo resultara ser un sueño. En Azeroth, estos

           grupos se estarían matando mutuamente –o, al menos, sospecharían, temerían y estarían
           llenos de odio. El melódico sonido de una risa gutural de un elfo de la noche flotó hacia

           él.

                    Velen parecía completamente satisfecho, pero Moira lo miraba con cautela.


                    —¿Estás bien, Anduin?


                    Él asintió.


                    —Sí —dijo con voz ronca—. Podría decir con toda honestidad que nunca me he
           sentido mejor. Esto… todo esto… —sacudió la cabeza, sonriendo—. Es lo que he soñado
           con ver durante toda mi vida.


                    —Antes que nada, somos sacerdotes —llegó una voz. Era masculina, cálida y

           jovial, aunque tenía un timbre peculiar y, mientras Anduin se giraba, esperaba conocer a
           un sacerdote de la Luz humano.


                    Se encontró cara a cara con un renegado.

                    Anduin, a quien le enseñaron desde niño a no mostrar sus emociones, esperó

           haberse recuperado lo suficiente, pero por dentro se estaba devanando.


                    —Así parece —dijo, su voz traicionando su sorpresa muy a su pesar—. Y estoy
           feliz por eso.


                    —Su Majestad —dijo Velen —permítame presentarle al Arzobispo Alonsus Faol.






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