Page 23 - Tratado sobre las almas errantes
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2.  Elementos en torno a la tesis intermediacionista


                  A continuación, exponemos los elementos que se pueden aportar en relación a esta hipótesis
            de la existencia de los espíritus perdidos. No hablamos de “pruebas” a favor de esta tesis, porque
            pruebas  como  tales  no  existen,  sólo  determinados  indicios  que  podrían  ser  usados  a  favor  o  en
            contra  de  tal  tesis.  Pero  aunque  no  podamos  hablar  de  pruebas,  ciertamente  hay  elementos
            colindantes o cercanos al tema que requieren ser estudiados.




                2.1       La Sagrada Escritura

                   Para empezar, los Evangelios a menudo se refieren a personas que padecen por causa de lo
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            preternatural ,  pero  en  sus  páginas  no  se  habla  sólo  de  demonios,  sino  también  de  espíritus
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            inmundos. En unos casos se dice de las personas que están endemoniadas , pero en otros casos se
            dice que tienen un espíritu inmundo. Un demonio es un ángel rebelde, maligno, condenado. Pero un
            alma  en  la  situación  antes  considerada  sí  que  podría  entrar  dentro  de  la  denominación  espíritu
            inmundo sin hacer ninguna violencia a los términos.
                   ¿Se podría ver en esta distinción terminológica un argumento a favor de la existencia de
            alguna distinción in re? La respuesta claramente es negativa. Pues en el caso del poseso geraseno se
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            afirma  que  tenía  un  espíritu  impuro ,  pero  más  adelante  del  mismo  sujeto  se  dice  que  eran
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            daimones los que hablaban a través de él . Lo mismo se vuelve a repetir en el caso de la mujer
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            sirofenicia en Mc 7, 25, donde se dice que su hija tenía un espíritu impuro , mientras que en Mt 15,
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            22  se  afirma  que  estaba  endemoniada .  Estos  versículos  prueban  de  forma  clara  que  ambos
            términos  son  utilizados  como  sinónimos.  Lo  cual  es  correcto,  porque,  según  la  tesis
            intermediacionista,  todo  demonio  es  un  espíritu  impuro,  pero  no  todo  espíritu  impuro  es  un
            demonio. Todo esto constata que la tesis de la existencia de espíritus errantes no se puede basar de
            ninguna manera en esa distinción terminológica. Aunque tal distinción ampara la posibilidad de que
            la opresión de los casos que aparecen en los Sinópticos no proceda siempre y exclusivamente de los
            demonios.


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                   Obsérvese que arriba se ha escrito “los Evangelios a menudo se refieren a personas que padecen por causa de lo
            preternatural”.  Se  ha  usado esa expresión (aunque larga),   porque  el Evangelio cuando  afirma que alguien tiene  un
            espíritu inmundo o que sufre por causa de un demonio, no necesariamente está afirmando que está poseso. Sino que en
            tales expresiones cabe una extensa variedad de fenómenos demoniacos: desde una influencia de los espíritus malignos
            hasta la posesión en su más alto grado. Esta nota explica por qué hemos utilizado tal expresión, pero también es una
            respuesta a la pregunta que muchos se hacen: ¿Por qué en tiempos de Jesús había tantos posesos? La respuesta es que
            los Evangelios no dicen de todos esos casos  preternaturales por los que Jesús oró, estuvieran posesos, muchos sólo
            padecerían grados leves de influencia demoniaca.
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                   “Daimonizomenous" (Mt 4, 24). “Daimonizomenous pollous” (Mt 8, 16). “Duo daimonizo-menoi” (Mt 8, 28).
            “Kophon daimonizomenon”, mudo endemoniado (Mt 9, 23), etc.
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                   “Anthropos en pneumati akatharto” (Mc 5, 2). Literalmente la expresión se traduciría por “hombre en espíritu
            impuro”.
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                    “Pantes hoi daimones legontes pempson hemas eis tous choirous” (Mc 5, 12).
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                   “Pneuma akatharton” (Mc 7, 25).
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                    “Kakos  daimonizetai”  (Mt  15,  22).  Literamente  la  última  expresión  se  traduciría  por  “malignamente  (o
            malamente) endemoniada”.
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