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Relación de Juan Coles que encontró donde un impresor de Córdoba, medio
comida "de polilla y ratones". Garcilaso rehizo su historia, la dio por con-
cluida al finaliza~ el ario de 1592; pero sólo pudo verla impresa trece años
después, en 1605, y no en Madrid sino en Lisboa, la amena capital de Por-
tugal, Reino no sólo vecino sino incorporado entonces a España por Felipe II.
La obra apareció con el título expresivo de La Florida del Y nea. Obra
que pertenece, dt:sde luego, fundamentalmente a la historia, basada en el
relato vivo y el recuerdo copioso de uno de los protagonistas de la brava
jornada, robustecida con la confrontación de otras fuentes escritas, La Flo-
rida del Y nea tiene también mucho de labor líteraria. La hay no solamente
por el concepto clásico de la ejempL:iridad y del fin de provecho, por la
necesidad de salvar del olvido hechos y personajes, por la elocuencia de
arengas y discursos, por las efigies de los "claros varones", sino porque, sin
desnaturaJiz¡¡r lo esenciRl de la historia, Garcilaso anima su relato con ex-
presivos adornos novelescos.
Son escenas de novela bizantina al principio, con pérdidas, encuentros,
naufragios, reconciliaciones, desventuras. Por paisajes insólitos, por entre
arcabucos y pantanos, bajo los rayos de un sol agobiante, desfilan los bravos
caballeros, triunfadores del sueño y la fatiga, para ganar un Reino, dominar
a un cacigur;- o complacerse en la arrogancia de arrancarle laureles a la gloria.
En otras partes, lo que se manifiesta es el gusto de las narraciones al estilo
de las novelas italianas. Por las aguas tranquilas navegan canoas y bajeles,
mientras bate las velas un dulce y fresco viento; o en el reposo de las luchas
hay escenas <le fiestas, enaltecidas por "la lindeza de la gala". Pero lo que da
mayor intriga v atracción ¡¡{ relato es el carácter de idealizaciones v aven-
turas que en éÍ se desenvuelve como en los libros de caballerías. AIÍí están
los ritos del combate, las promesas del señor a la dama (en pleno tremedal
americano) b gallardía de los mozos (séilo un soldado, Juan Mateas del Al-
mendral, peina car.as), los saludos corteses, las descripciones de templos y
palacios, las "cosas de cnrnntamiento", los desafíos, los regalos. Juan de
Añasco y sus treinta seguidores parten en busca de la Señora Viuda; Diego
de Guzmán pierde al juego a la hija del cacique de l\'aguate y luego decide
no entregarla y se fuga con ella para seguir la vida de los ir.dios; Pedro de
Atienza enfer□a en el camino, pete no quiere desmontar sino fallecer sobre
d ;aballo.
De este modo el Inca Garcilaso, criado "entre armas y caballos en el
Cuzco, pero forjado en el estudio en sus "rincones de soledad y pobreza"
cordobeses, alcanza una admirable madurez literaria. Si la traducción de los
Diálogos de Amor había sido un homenaje al espíritu de orden y armonía
y al humanismo del Renacimiento, la composición de La Florida se puede
considerar como un tributo a sus lecturas literarias y una manera de adies-
trarse para estar pronto a más altas empresas. En su largo proceso de pre-
paración, acendrado en más de sesenta años, Garcilaso neCesitaba enseño-
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