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a  sus  hermanos  y  tíos,  y a  otros  sus  mayores".  "Después de  habérmelo  dicho
           los  indios  -añade  poco  después- alcancé  y  ví  por  mis  ojos  mucha  parte
           de  aquella  idolatría,  sus  fiestas  y  supersticiones,  que  aun  en  mis  tiempos,
           hasta  los  doce  o  trece  años  de  mi  edad,  no  se  habían  acabado  del  todo".
                Esas  noticias  y  visiones  indígenas  --que  se  le  grabaron  profundamente
           en  el  recuerdo  por  el  triple  ce.mino  de  la  emoción  racial,  de  la  impresión  de
           lo  percibido  en la  niñez  y  del  colorido  contraste con  el  mundo  que  durante
           más  de  medio  siglo  viviera  en  España- constituyen  la  atracción  fundamen-
           tal  de  la  Primera  parte  de  los  Comentarios  Reales.  Allí  están  las  fiestas  ri-
           tuales:  el  Intip  Raymi,  homenaje  al  Sol,  del  solsticio  de  junio;  la  iniciación
           de  las  cosechas  en  el  andén  de  Collcampata;  las  piedras  gigantescas  de  la
           fortaleza  de  Sacsayhuaman;  el  trotecillo  inolvidable  de  las  recuas  de  llamas;
           la  dulce  música  de  las  flautas  indígenas;  los  puentes  bamboleantes  y  el  paso
           arriesgado  por  "oroyas"  sobre  los  ríos  caudalosos;  los  indios  que  trepaban
           por  los  caminos  de  los  Andes  y  que  arrojaban  al  llegar  a  la  cima  su  piedra
           ritual  en  la  "apacheta".  Más  que  las  leyes  y  creencias,  más  que  la  historia
           externa de las conquistas de los  Incas y del  gobierno  autoritario y centralizado
           que  tenían,  son  muchas  veces  los  aspectos  menudos  y  la  interpretación  cabal
           de  una  costumbre  los  que  dan  un  relieve  más  exacto  a  la  relación  de
           Garcilaso.
                Interpretación  también  de  las  palabras,  porque  de  ellas  depende  en
           buena  manera  para  el  Inca  el  conocimiento  cabal  de  las  ideas,  los  usos,  los
           sentimientos  del  Imperio perdido;  hasta  el  punto de  que  antecede  su  historia
           de  los  Incas  de  unas  someras  pero  significativas  "Advertencias  acerca  de  la
           lengua  general  de  los  indios  del  Perú";  ("lengua  general",  o  sea  el  quechua
           extendido  por  los  Incas  a  todo  el  territorio  dominado  por  ellos).  Es  una
           anticipación  verdaderamente  extraordinaria,  que  supera  sin  duda  a  lo  que
           se  halla  en  los  demás  cronistas  de  las  Indias.  El  conocimiento  del  lenguaje
           es  para él  una  clave  para  la  precisión  del  hecho  histórico,  para  la  determina-
           ción  de  las  áreas  geográficas,  para  descubrir  los  secretos  del  alma  y  la  es-
           tructura  social  de  los  pueblos.  La  interpretación  real  o  no  de  una  palabra,
           o  la  pronunciación  fiel  o  no  de  esa  palabra,  adara o  ensombrece  desde  una
           doctrina  hasta  un  objeto.  Y  asi  como  en  sus  anotaciones  a  la  Historia  de
           Gómara  distinguía  por  ejemplo  entre  las  dos  pronunciaciones  de  la  palabra
           "huaca",  que  significa  "ídolo"  o  "llorar"  según  que  la  voz  suene  como  la
           urraca  o  como  el cuervo,  así  en  los  Comentarios  Reales  aclara  letras,  género,
           polisemia,  perífrasis,  sintaxis.



           El  comento  y  la  glosa

               En  tales  condiciones,  y con  su  madura  concepción  del  arte  histórico,  el
           Inca  emprendió  la  relación  de  los  hechos  externos  y  la  reconstrucción  de

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