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la estructura del abatido Imperio de los Incas, que había sido también suyo
por el lado materno. "Como propio hijo -anunciaba en 1586, en su primera
dedicatoria de la traducción de León Hebreo-- podré decir mejor que otro
que no lo sea". De las cosas del Perú -iba a confirmar en el Proemio de
los Comentarios Reales~, "como natural de la ciudad del Cuzco (el Inca
escribe Cozco), que fue otra Roma en aquel Imperio, tengo más larga y clara
noticia que la que hasta ahora los escritores han dado".
Declaración que· revela además la comprensión exacta de que su historia,
escrita tardíamente con relación a las primeras crónicas que descubrieron
el Perú para el mundo, no podía ya tener el mérito de la información ori-
ginal, sino debía contar con lo ya escrito para completarlo, rectificarlo o
apoyarlo. "No escribiré novedades que no se hayan oído -afirma francamente
en la "Protestación del autor sobre la historia"-, sino las mismas cosas
que los historiadores españoles han escrito de aquella tierra y de los Reyes
de ella, y alegaré las mismas palabras de ellos donde conviniere, para que
se vea que no finjo ficciones en favor de mis parientes". "Sólo serviré de
comento -añade- para declarar y ampliar muchas cosas que ellos asoma-
ron a decir y las dejaron imperfectas, por haberles faltado relación entera;
otras muchas se añadirán que faltan de sus historias y pasaron en hecho de
verdad; y algunas se quitarán que sobran, por falsa relación que tuvieron,
por no saberla pedir el español con distinción de tiempos y edades y divi-
sión de provincias y naciones, o por no entender al indio que se la daba o
por no entenderse el uno al otro por la dificultad del lenguaje".
De allí en gran parte el nombre de Comentarios Reales que le puso a
su obra; con el que además podía rendir un homenaje a su formación rena-
centista, por el recuerdo del "muchas veces grande Julio César", a quien
en 1596 se declaraba "aficionado", del que había alabado la "facundia his-
torial" en La Florida y cuyos Comentarios poseía en su casa de Córdoba.
Composici6n y técnica
Pero sentadas esta veracidad fundamental y esta intención de cabal
exactitud, hay también en la obra del Inca Garcilaso --como lo hubo en
LA Florida- un complicado y evidente proceso de composición y hermosea-
miento. No es desde luego estrictamente una labor de historiador, pero con
ello no hace sino acentuar las líneas esenciales de la historia, sin falsearla,
sino sacando "fuera las esencias" como recomendaba León Hebreo. La critica
ha señalado como sus imperfecciones más saltantes su desconocimiento o su
desdén de las civilizaciones ptelllcaicas; la idealización del Imperio de los
Incas, con el olvido o la supresión de lo dañino o desafortunado que ocurrió
o ha de haber ocurrido en su historia; la ordenación, humanamente inve-
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