Page 51 - Orestiada. Agamenón. Las Coéforas. Las Euménides
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ESTUDIO PRELIMINAR

              violencia que define a la tiranía.  Cuando ambas temporalidades
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              se encuentran frente a frente, se evidencia el modo en el que el
              pensamiento religioso ha sido rebasado por el sistema político e,
              incluso, entran en conflicto. Si bien la tragedia se mueve a través
              de las circunstancias trágicas de cada uno de los personajes, en
              el fondo lo que está en dilema es la irresolución de dos miradas
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              distintas sobre un mismo concepto: la justicia.
                Así como en el espacio de la política ateniense hay siempre una
              lucha por la obtención del poder, esta realidad se proyecta en el
              mundo de los dioses. Esquilo observa que la transición de una ge-
              neración de dioses a otra es equivalente a la sucesión de las formas
              de gobierno en la polis ateniense. La oposición entre unas deida-
              des antiguas, como las Erinias, y otras de reciente cuño, como
              Atenea y Apolo, es un argumento reiterativo en Las Euménides,
              en razón de que se desea, desde una visión conservadora, que
              prevalezca la venganza como acto natural de la justicia o, desde el
              punto de vista opuesto, se dé el proceso judicial como norma para
              alcanzar un mejor equilibrio. La sucesión en el trono del poder
              está asentada desde el mismo mito que refiere cómo los supremos
              dioses se apoderan del gobierno divino: no es gratuito que las


                86  Cohen 1986, p. 129. Es la misma fórmula que se puede hallar en el Pro-
              meteo encadenado.
                87  Podlecki 1966, p. 211: “It is not going too far to say that the major the-
              me on the Oresteia is that Dikê, the cosmic principle of order which governs
              the sealings of gods and mortals, and whose dictates man ignores to his cost”.
              Es un tema universal: cada vez que las sociedades se ven envueltas en crisis es
              porque en el marco de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos hay una
              tensión sostenida por dos o más posiciones diametralmente opuestas. En el caso
              que aquí nos ocupa, la religión y la política muestran una fricción sumamente
              notoria.

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