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ORESTIADA

                Erinias echen en cara a los nuevos dioses que Zeus encadenó a
                Cronos,  su padre, pues con ello se argumenta que las sucesiones
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                de gobierno atraviesan necesariamente por el asesinato de quien
                detenta el poder in illo tempore. No se entiende el movimiento
                mismo del pensamiento mítico-religioso sin atender la manera
                en la que las distintas generaciones de las deidades transitan fa-
                talmente por la confrontación que se origina en la consecución
                del dominio y de la potestad. Si los hombres piensan a sus dioses,
                es decir, éstos son resultado de la ideología, no es de extrañar
                que Esquilo llevara este proceso teleológico al ámbito estricto de
                los seres humanos, donde la lucha es igualmente descarnada para
                alcanzar el poder y modificar el statu quo. La religión y la polí-
                tica del siglo v comparten este elemento que marca el conflicto
                delimitado en la tragedia. Sin embargo, Esquilo sigue la tradición
                de Hesíodo y de Solón en torno al mando regulado por Dike:
                la transición de los poderes de una mano a otra, bañadas éstas
                de sangre, toma un rumbo distinto bajo la concepción de una
                justicia que trata de evitar la reciprocidad del acto transgresor y
                la posibilidad de que sea el principio de lo justo, atribuido como
                divisa primordial del Cronida. Se ha estudiado ya que la doctri-
                                                                   89
                na de Zeus y de Dike en Esquilo está inspirada en Hesíodo:  la
                Justicia es un componente primordial en la concepción misma
                del cosmos regido por la voluntad del Cronida, no hay nada que
                escape a la mirada de este dios, y es él quien destruye a los que no
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                observan las reglas de lo que es justo.  Esta idea es lo que ha per-
                mitido ver en Esquilo a un poeta trágico que resultó un modelo

                  88  Aesch., Eum., 640-641.
                  89  Lloyd-Jones 1971, pp. 86-90.
                  90  Cf. la alabanza del Coro a Zeus en Aesch., Ag., 160-175.

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