Page 11 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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ocurrir 3.000 años antes de la hora cero: 13.000 a. de C. según el calendario de
                  los Blancos Bárbaros. Súbitamente, unas brillantes naves doradas aparecieron en
                  el cielo. Enormes chorros de fuego iluminaron la llanura. La Tierra se estremeció y
                  el trueno retumbó sobre las colinas. El hombre se inclinó lleno de veneración ante
                  los poderosos extranjeros que llegaban para tomar posesión de la Tierra.
                  Los extraños dijeron que procedían de un lugar llamado Schwerta, un remoto
                  mundo situado en las profundidades del Universo, en el que vivían sus
                  antepasados y del que habían partido para llevar el conocimiento a otros mundos.
                  Dicen nuestros sacerdotes que era aquél un poderoso imperio formado por
                  muchos planetas, tan numerosos que ambos mundos, el de los Maestros Antiguos
                  y el de la misma Tierra, se encuentran el uno al otro cada 6.000 años. Es entonces
                  cuando regresan los Dioses.
                  Con la llegada a nuestro mundo de los extraños visitantes, se inició la Edad de
                  Oro. Ciento treinta familias de los Padres Antiguos vinieron a la Tierra para liberar
                  al hombre de la oscuridad. Y los Dioses los reconocieron como sus propios
                  hermanos. Ellos asentaron a las tribus que vagaban errantes; les dieron partes
                  justas de todas las cosas comestibles. Trabajaron diligentemente para enseñar sus
                  leyes a los hombres, aun cuando su enseñanza encontró oposición. Por esta labor,
                  por todo lo que sufrieron por la Humanidad, y por lo que nos trajeron y nos
                  mostraron, los veneramos como los creadores de nuestra luz. Y nuestros artistas
                  más sublimes han realizado imágenes de los Dioses para que den testimonio
                  durante toda la eternidad de su auténtica grandeza y de su maravilloso poder. Así,
                  la imagen de los Maestros Antiguos ha permanecido presente en nuestro recuerdo
                  hasta nuestros idas.
                  En su aspecto físico, los extraños de Schwerta apenas se diferenciaban del
                  hombre. Tenían cuerpos agraciados y la piel blanca. Sus notables rostros,
                  enmarcados por un fino pelo negroazulado. Una poblada barba cubría el labio
                  superior y el mentón. Al igual que los hombres, eran criaturas vulnerables de carne
                  y hueso. Pero el signo decisivo que distinguía a los Padres Antiguos de los
                  hombres eran los seis dedos en cada una de sus manos y los seis dedos en cada
                  uno de sus pies. Constituía la característica de su origen divino.
                  ¿Quién puede llegar a desentrañar los actos de los Dioses? ¿Quién puede llegar a
                  comprender sus acciones? Porque seguramente eran poderosas e
                  incomprensibles para los ordinarios mortales. Conocían el curso de las estrellas v
                  las leves de la naturaleza. Verdaderamente, estaban familiarizados con las leyes
                  más profundas del Universo. Ciento treinta familias de los Padres Antiguos vinieron
                  a la Tierra y trajeron la luz.

                  Las Tribus Escogidas
                  El recuerdo de nuestros más antiguos antepasados me estremece y entristece. Mi
                  corazón está pesaroso porque ahora estamos solos, abandonados por nuestros
                  Maestros Antiguos. Todo nuestro conocimiento, y todo nuestro poder, a ellos se lo
                  debemos. Ellos llevaron al hombre desde la oscuridad hasta la luz. Antes de que
                  los extraños de Schwerta llegaran, los hombres vagaban como niños que no
                  pueden encontrar sus hogares y cuyos corazones no conocen el amor. Recogían
                  raíces, bulbos y frutas que crecían salvajes; vivían en cuevas y en agujeros en el
                  suelo; disputaban con sus vecinos por el botín cazado. Pero entonces llegaron los
                  Dioses e instituyeron un nuevo orden en el mundo. Enseñaron a los hombres a
                  cultivar la tierra y a criar animales. Les enseñaron a tejer la tela y asignaron
                  hogares permanentes a las familias y a los clanes. Así nacieron las tribus.
                  Este fue el comienzo de la luz, de la vida y de la tribu. Los Dioses llamaron a los
                  hombres para que se juntaran. Deliberaron, reflexionaron y celebraron consejos. Y
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