Page 14 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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eran Humbaya y Patite, en el país llamado Solivia; Emin, en las zonas bajas del
                  Gran Río; y Cadira. en las montañas del país llamado Venezuela. Pero todas ellas
                  quedaron completamente destruidas por la primera Gran Catástrofe que ocurrió
                  trece años después de la partida de los Dioses.
                  Además de estas poderosas ciudades, los Padres Antiguos erigieron tres recintos
                  religiosos sagrados: Salazere, en las zonas altas del Gran Río; Tiahuanaco, sobre
                  el Gran Lago: y Manoa, en la llanura elevada del Sur. Eran las residencias
                  terrestres de los Maestros Antiguos y un lugar prohibido para los Ugha Mongulala.
                  En el centro se levantaba una gigantesca pirámide, y una espaciosa escalera
                  conducía hasta la plataforma en la que los Dioses celebraban ceremonias
                  desconocidas por nosotros. El edificio principal estaba rodeado de pirámides más
                  pequeñas e interconectadas por columnas, y más allá, sobre unas colinas creadas
                  artificialmente, se situaban otros edificios decorados con láminas que
                  resplandecían. Cuentan los sacerdotes que con la luz del Sol naciente las
                  ciudades de los Dioses parecían estar en llamas. Éstas radiaban una misteriosa
                  luz, que se reflejaba en las montañas nevadas.
                  De los tres recintos religiosos sagrados, yo tan sólo he contemplado con mis
                  propios ojos el de Salazere. Se encuentra situado sobre un afluente del Gran Río.
                  a una distancia de unos ocho días de viaje desde la ciudad que los Blancos
                  Bárbaros llaman Manaus. Sus palacios y sus templos han sido completamente
                  cubiertos por la jungla de lianas. Únicamente la cumbre de la gran pirámide se destaca
                  todavía por encima del bosque, cubierta por una densa maleza de matorrales y de
                  árboles. Incluso los iniciados tienen dificultades para encontrar el lugar de residencia
                  de los Dioses. Está rodeado por profundas marismas, en el territorio de la Tribu que
                  Vive en los Árboles. Esta tribu, tras su primer contacto con los Blancos Bárbaros, se
                  retiró a los bosques inaccesibles que rodean Salazere. Allí el pueblo vive en los
                  árboles como si fueran monos, matando a todo aquel que se atreve a invadir su
                  comunidad. Yo logré dar con el recinto religioso porque hace miles de años esta tribu
                  estuvo aliada con los Ugha Mongulala y respeta todavía los signos secretos del
                  reconocimiento. Estos signos se encuentran grabados sobre una piedra en el borde
                  superior de la plataforma de la pirámide. Aunque nosotros podemos copiarlos, hemos
                  perdido por completo la comprensión de su significado.
                  También los recintos religiosos son un misterio para mi pueblo. Sus construcciones
                  son testimonio de un conocimiento superior, incomprensible para los humanos. Para
                  los Dioses, las pirámides no sólo eran lugares de residencia sino también símbolos de
                  la vida y de la muerte. Eran un signo del sol, de la luz, de la vida. Los Maestros
                  Antiguos nos enseñaron que hay un lugar entre la vida y la muerte, entre la vida y la
                  nada, que está sujeto a un tiempo diferente. Para ellos, las pirámides suponían una
                  conexión con la segunda vida.

                  Las residencias subterráneas
                  Grande era el conocimiento de los Maestros Antiguos; grande su sabiduría. Su visión
                  alcanzaba a las colinas, a las llanuras, a los bosques, a los mares y a los valles.
                  Eran seres milagrosos. Conocían el futuro. Les había sido revelada la verdad. Eran
                  perspicaces y de gran resolución. Erigieron Akanis, y Akakor, y Akahim. Verda-
                  deramente, sus trabajos eran poderosos, como lo eran los métodos que utilizaron
                  para crearlos: la forma cómo determinaron las cuatro esquinas del Universo y los
                  cuatro lados. Los señores del cosmos, las criaturas de los cielos y de la Tierra,
                  crearon las cuatro esquinas y los cuatro lados del Universo.
                  Akakor yace ahora en ruinas. La gran puerta de piedra está derruida. Las lianas
                  crecen en el Gran Templo del Sol. Bajo mis órdenes, y con el acuerdo del consejo
                  supremo y de los sacerdotes, los guerreros de los Ugha Mongulala destruyeron
                  nuestra capital hace tres años. La ciudad habría revelado nuestra presencia a los
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