Page 17 - SALVADOR BORREGO ARMA ECONOMICA
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SALVADOR BORREGO


                    Roosevelt tenía a su servicio a un llamado "Trust de
                 los Cerebros", en el que figuraban  los famosos econo-
                 mistas y banqueros Morgenthau, Untermeyer, Lehman,
                 Warburg,  Margan,  Rockefeller y  Baruch.  El  equipo  se
                 complementaba,  homogéneamente,  con  Frankfurter y
                 Brandeis en la Suprema Corte; con Rosenman en el De-
                 partamento de la Guerra;  con Zabrousky como enlace
                 extraoficial con el Kremlin; con Rayburn y Sabath en el
                 liderato de la Cámara de Representantes; con los líderes
                 Lewis, Gold, Dubinski y Morse en el movimiento obrero;
                 con Paley y Sarnoff en la Columbia Broadcasting System
                 y la  National  Broadcasting;  con Adler,  Backer y Meyer
                 en los grandes diarios de Washington y Nueva York; con
                 Goldyn, Warner y Hiss en las productoras de noticieros
                 y películas, y con veintenas de otros colaboradores como
                 ]ohn]. Abt, Abe Fortas, Chester Bowles, Averell Harriman,
                 Adlai  Stevenson,  Lyndon ]ohnson,  Alger  Hiss  y  Harry
                 Dexter White, que prudentemente escondían sus simpa-
                 tías socializantes bajo la militancia de  "liberales", aun-
                 que los dos últimos dejaron huellas que condujeron al
                 FBI a identificarlos como servidores de la URSS.
                    ¿La  crisis  había sido prefabricada y  conducida
                 por brillantes cerebros, los mismos que luego con-
                 dujeron la rápida recuperación?
                    Eso es factible en un sistema ampliamente liberal, en
                 donde exista un poder financiero organizado y aco-
                 plado a  un grupo político-ideológico-publicitario.
                 Estos  factores,  unidos,  pueden  a  veces  actuar incluso
                 contra  los  intereses nacionales,  cuando  así  lo  juzgan
                 urgente para sus propios fines.
                    A  la  vez  que  la  economía  se  iba  reanimando,
                 Roosevelt y su maquinaria publicitaria infundían  opti-
                 mismo  a  la  nación.  Sus  discursos  eran  atractivos,
                 carismáticos, aunque no siempre veraces. Hizo  mucho
                 hincapié en los  ideales de  democracia y libertad, pero
                 inmediatamente que tuvo el poder restableció relacio-
                 nes con la URSS  (cosa que su antecesor se había nega-
                 do  a  hacer)  y propició  el  envío  de  peritos  americanos



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