Page 13 - El Misterio de Belicena Villca
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que guarda un nexo evidente con el asesinato? ¿Cómo se entiende, si no es
                 aceptando la intervención de lo desconocido, el hecho de que alguien o algo
                 pueda ingresar en una celda  cerrada con llave, perpetrar un asesinato, e irse
                 tranquilamente, dejando tras de sí la cuerda mortal, o sea, la prueba de la
                 presencia inexplicable? Sí, había en todo esto como una calculada negligencia,
                 como si el asesino quisiese dar una mínima muestra de su inmenso y terrible
                 poder en un alarde de demencial orgullo.
                        Visiblemente perturbado, me despedí del Profesor Ramirez y regresé
                 sobre mis pasos, mientras una certeza se afirmaba cada vez más en mi cerebro:
                 Belicena Villca sabía que un peligro  mortal la acechaba cuando gritaba
                 pachachutquiy,  pachachutquiy.


                 Capítulo VI



                 Escudos de Provincias Argentinas.












                                Salta                      Jujuy                    Catamarca













                            Tucumán                 La Rioja                     San Juan

                        El asunto me intrigaba y, aunque dudaba que se hubiese avanzado algo,
                 decidí conseguir toda la información posible sobre el crimen. Cuando discutimos
                 con el Oficial Maidana sobre la probable filiación de la cuerda enjoyada, quedé
                 con esté en acercarle alguna publicación masónica para que comprobara la
                 similitud, sólo exterior, de las medallas, con unas joyas destinadas a rituales de
                 distintos grados de dicha organización. En su momento no pensaba cumplir dicha
                 promesa, que hice en un desesperado intento por convencer a los policías del
                 carácter ritual del asesinato, al ver que estos evadían el bulto y buscaban una
                 solución racional que, a mi juicio, no existía.
                        Ahora pensaba valerme de ella como excusa, para obtener información.
                 Busqué los tres enormes tomos del “Diccionario de la Francmasonería” en la
                 Biblioteca de la Universidad y me dirijí a la Jefatura de Policía. En Salta ésta
                 ocupa un antiguo edificio colonial pegado al Cabildo, frente a la plaza principal,

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