Page 119 - pasaporte a magonia jacques vallee
P. 119

1 1 8   JACQUES  VALLEE    PASAPORTE  A  MAGONIA                1 1 9


 ees  estas  causas  deben  de  haberse  manifestado  en  todas  las  épo-  de  aspecto  basto,  vibraban  ligeramente,  o  temblaban.  Estas  ma-
 cas,  aunque,  naturalmente,  los  sociólogos  podrían  presentar  diver-  nos  no  aparecieron  detrás  de  mí,  sino  que  vinieron  de  arriba,
 sas  razones  para  explicar  el  considerable  aumento  en  el  número  como  si  hubiesen  estado  suspendidas  sobre  mi  cabeza  esperando
 de  estas  manifestaciones  después  de  la  Segunda  Guerra  Mundial.  que  llegase  el  momento  de  agarrarme.  Las  manos  negras  no  se
 En  cambio,  si  el  fenómeno  no  es  de  naturaleza  totalmente  psi-  posaron  inmediatamente  en  mi  cabeza.  Probablemente  di  dos  o
 cológica,  entonces  el  descubrimiento  de  sus  antecedentes  histó-  tres  pasos  más  antes  de  que  me  tocasen.  (Estas  manos  no  te-
                                    Ambas
                                          se
                                                     contra
                                             aplicaron
                      brazos
                                                           mi
                            visibles!
                 unos
 ricos  nos  proporcionaría una  valiosa  clave  acerca  de  su  naturaleza.  nían violencia  y  me  apretaron  la  cabeza,  como  las  garras  rostro
            con
                                                                 un
                                                               de
 El  «experimento»  realizado  con  Betty  Hill  por  los  extraños  se-  ave  de  rapiña  harían  con  su  víctima  desdichada  e  impotente.  Ti-
 res  resulta,  por  consiguiente,  notabilísimo.  Se recordará  que  mien-  raron  de  mi  cabeza  hacia  atrás,  hasta  ponerla  en  contacto  con
 tras  ella  se  encontraba  a  bordo  del  aparato,  fue  sometida  a  un  un  pecho  muy  duro...  tan  duro,  que  parecía  de  hierro;  sentí  el
 reconocimiento  médico  simulado.  Hallándose  en  trance  hipnótico,  frío  a  través  de  mi  cabello  y  en  el  cogote,  pero  ningún  contacto
 declaró  que  le  fue  introducida  una  larga  aguja  en  el  ombligo,  que  con  ropas.  Las  manos  me  oprimían  la  cabeza  como  un  formida-
 sintió  dolor  y  que  éste  cesó  cuando  el  jefe  hizo  determinado  ble  tornillo  de  carpintero,  pero  no  de  una  manera  brusca,  sino
 movimiento  con  la  mano  frente  a  sus  ojos.  Un  almanaque  francés  gradualmente.  Eran  tan  frías,  que  su  contacto  me  hizo  pensar
 del  siglo  xv,  el  Kalendrier  des Bergiers  (Calendario  de  los  pasto-  que  no  eran  de  carne.  Tenía  los  ojos  tapados  por  los  grandes
 res),  explica  las  torturas  que  infligían  los  demonios  a  los  infelices  dedos,  y  no  podía  ver  nada;  también  me  cubrían  la  nariz,  im-
 que  caían  en  sus  garras:  perforaban  el  vientre  de  sus  víctimas  pidiéndome  respirar,  y  la  boca,  para  que  no  gritara.
 con  largas  agujas.  En  realidad,  la  constante  psicológica  que  apa-  Cuando me encontré rodeada por la potente  luz cegadora, tuve
 rece  en  todas  estas  historias  es  inconfundible.  El  problema,  en  la  sensación  de  haber  quedado  paralizada,  y  cuando  las  manos
                tocaron,
                                                                fuer-
 este  caso,  no  consiste  en  identificarlas,  sino  en  relacionarlas  de  me descarga  experimenté  clarísimamente  los  efectos  de una  rayo.
                       eléctrica,
                                como
                                                   alcanzado
                                                            un
            te
                                     si
                                        me
                                            hubiese
 manera  racional  con  los  rasgos  físicos  que  contienen  estas  obser-  Todo  mi  cuerpo  quedó  anulado,  desvalido y sin  reflejos.  Me  sen-
 vaciones...  Por  ejemplo,  el  seguimiento  del  OVNI,  visto  por  los  tía  como  un  juguete  roto  entre  las  manos  inhumanas  de  mi
 Hill,  por  los  operadores  militares  del  radar.  desconocido  agresor.  Durante  algo  más  de  un  minuto,  sentí  que
 Quizá  se  comprenderá  mejor  la  dificultad  de  este  problema  sus  manos  me  apretaban  fuertemente  el  cuello,  como  si  fuesen
 exponiendo  un  caso  mucho  menos  conocido  que  el  incidente  Hill,  a  estrangularme.  El  dolor  que  experimenté  fue  espantoso.  En-
                  empezó
                                       adelante
                                                                 sin
                                                atrás
 aunque  no  le  cede  a  éste  en  cuanto  a  dramatismo.  Es  inédito  en  tonces de  apretar a  zarandearme  mi  cabeza y contra varias  veces, Tuve
                                                         pecho.
            dejar
                                                      su
                           fuertemente
 la  literatura  sobre  OVNIS  escrita  en  lengua  inglesa  y,  por  consi-  la  impresión  muy  clara  de  que  aquel  ser  llevaba  una  armadura,
 guiente,  no  puede  haber  influido  en  el  folklore  americano  sobre  una  coraza  de  acero  o  de  cualquier  otro  material  muy  duro  y
 los  OVNIS.  Incluso  en  la  propia  Francia  es  prácticamente  desco-  frío.  Sentía  sus  dos  brazos  (invisibles)  ejerciendo  una  terrible
 nocido.  El  incidente  tuvo  lugar  el  día  20  de  mayo  de  1950,  alre-  presión  sobre  mis  hombros.
 dedor  de  las  cuatro  de  la  tarde.  No  puedo  revelar  el  nombre  del  Fue  en  este  instante  cuando  oí  su  risa,  una  extraña  risa  que
 testigo  ni  la  localización  exacta.  Únicamente  puedo  decir  que  el  no podría  explicar;  era  como  si  le  oyese a  través  de  agua, y,  sin
 testigo  era  una  mujer,  y  que  el  episodio  tuvo  lugar  en  una  de  las  embargo,  me  parecía  muy cercana,  sobre  mi  cabeza.  Al principio
 regiones  centrales  de  Francia,  cerca  del  río  Loira.  Una  encuesta  me  parecía  áspera  y  baja,  y  después  bastante  fuerte  y  estruen-
 oficial  llevada  a  cabo  por  la  gendarmería  de  la  localidad  compro-  dosa.  Me  hizo  estremecer y  casi  me  causó  un  dolor físico. A  los
 bó  la  existencia  de  las  huellas  físicas  que  se  mencionan  en  el  in-  pocos  segundos  la  risa  cesó  de  pronto.  Entonces  una  rodilla  me
 forme  que  a  continuación  traducimos:  golpeó  en  la  espalda,  haciéndome  mucho  daño,  pues  también
            parecía  de  acero.  Esto  me  hizo  pensar  que  mi  agresor  iba  com-
 Regresaba  a  toda  prisa a  mi  casa  para  preparar  la  cena.  Me  pletamente revestido de acero. Este golpe me hizo caer y mi  des-
 sentía  feliz  y  contenta,  y  canturreaba  una  cancioncilla  popular.  conocido  atacante  me  mantuvo  tendida  en  el  suelo,  sin  dejar  de
 Todo  estaba  tranquilo  y  en  silencio,  sin  un  hálito  de  brisa  ni  oprimirme  la  cabeza  contra  su  pecho.  A  continuación  me  arras-
 de viento;  yo  me  encontraba  sola  en  el  sendero.  tró por el  sendero,  agarrándome por la cabeza. Parecía tener mu-
 De  pronto  me  encontré  rodeada  completamente  por  una  luz  cha  prisa.  No  le  oí  respirar.
 brillante  y  cegadora,  y  vi  aparecer  frente  a  mí  a  dos  enormes  Me metió  en una  espesura llena de zarzales,  ortigas y acacias,
 manos  negras.  Cada  una  de  ellas  tenía  cinco  dedos,  de  color  ne-  sin  dejar  de  caminar  hacia  atrás  a  una  velocidad  increíble  y
 gro con un ligero matiz amarillento, algo cobrizo. Los dedos eran   sujetándome  la  cabeza.  En  aquel  instante  oí  su  voz  por  encima
   114   115   116   117   118   119   120   121   122   123   124