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de mí, que decía: «Aquí está. Ya la tenemos.» Como si hablase el rostro con agua muy fría. También tenía las manos deso-
con alguien más, algún cómplice que se había quedado en la lladas.
espesura: esta voz, como la risa, sonaba muy próxima, aunque Después de tomarme un buen descanso reanudé mi camino
amortiguada por algún obstáculo, y era breve, áspera y seca. hacia... donde hice algunas compras, sin decir nada a nadie, y
Yo me ahogaba y sentía que me iba a morir; pensé en mi volví a casa trabajosamente, siguiendo otro camino.
familia, que esperaba mi regreso en casa, y toda mi vida pasó Después de contar a mis padres y a mi hermano lo que me
ante mis ojos en unos segundos. Mi agresor me arrastró entre los había sucedido, ellos decidieron dar parte a la gendarmería. Los
matorrales hasta que llegamos a un pequeño prado, y de pronto gendarmes vinieron y me entrevistaron largamente; me examina-
se detuvo. ¿Por qué? Sus manos habían ido bajando gradual- ron y observaron las huellas de grandes dedos en mi cara. Tenía
mente por mi cara; yo traté de pedir socorro pero no me que- aún el cuello hinchado y sentía dolores en algunos sitios. Lle-
daba voz y sólo pude emitir un grito débil y agudo. Al cabo garon a la conclusión de que se trataba de un intento de rapto,
de unos instantes pude sentarme entre las zarzas. Me costaba aunque me dijeron que todo les parecía muy extraño y miste-
mucho respirar. Aún tenía la bolsa en la mano, con el dinero rioso. Me llevaron al lugar del suceso para una reconstrucción
apa-
que contenía. Finalmente, a pesar de mi debilidad, conseguí de los hechos. Observaron que en algunos sitios los zarzales aplas-
en otros,
sólo estaban
recían ennegrecidos y chamuscados;
levantarme, y entonces oí un ruido a mi izquierda, dentro de
mostraban
también
la espesura. Pensé que eran mis agresores y que por fin podría tados y de tendidos en el suelo. Las acacias cercas del prado, que
Las
quemaduras y ramas rotas.
huellas
verles la cara, pero no vi nada. Solamente las ramas se movieron, eran de madera y alambradas, también habían sufrido daños. Al-
agitándose en el aire; vi y oí cómo los zarzales rascaban el es- gunos postes estaban quemados y otros arrancados; el alambre
pacio vacío y cómo la hierba se hundía bajo los pasos de un espinoso había sido retorcido y roto.
ser invisible. Estaba aterrorizada. Poco a poco, caminando con
dificultad, conseguí regresar al sendero. Las piernas, laceradas
por las zarzas, me sangraban; experimentaba una extraña sen- El día anterior (19 de mayo), al anochecer, la testigo de este
sación de agotamiento nervioso, indefinible, como si hubiese sido caso observó «una especie de estrella fugaz» que se detuvo brus-
electrocutada por una fuerte corriente. Tenía en la boca un camente, después pareció subir y quedarse un momento entre las
sabor desagradable, metálico y amargo; los músculos no me demás estrellas, haciéndose luego mayor y adoptando una especie
obedecían. Me parecía llevar una barra sobre los hombros, y de movimiento basculante, mientras su luz se encendía y se apa-
sentía un calor doloroso en la espalda, como si la hubiese te- gaba alternativamente. De pronto, partió siguiendo una trayectoria
nido expuesta a las llamas o a un rayo abrasador. A veces curva, y, a elevadísima velocidad, alcanzó el horizonte. Ella no vol-
sentía como si me cepillase un cepillo invisible. Debí de cami- vió a acordarse más de este incidente . La encuesta oficial no llegó
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nar en este estado durante cinco o seis minutos. Al final del a ningún resultado y no se prosiguió. El caso, que fue archivado,
sendero éste describía un recodo, y desde allí ya pude ver casas;
entonces, los dolores cesaron un poco. se considera aún como un intento de rapto cuyos autores queda-
El incidente había durado un cuarto de hora o veinte mi- ron impunes.
nutos, y me pareció que había estado viviendo en un mundo ¿Qué podemos decir respecto a tales informes? No son ni
irreal. De pronto oí un gran ruido, como el causado por un ven- más ni menos dignos de crédito que otras observaciones de OV-
daval durante una tempestad, un súbito desplazamiento de aire NIS; están en la línea de algunos de los más dramáticos relatos
caliente o un violento torbellino. Los árboles se inclinaron como de tiempos antiguos, que fueron la inspiración de los cuentos de
bajo los efectos de una súbita tempestad, y el viento casi me hadas: también están en la línea, como veremos, de las visiones
derribó. Casi simultáneamente percibí una luz blanca, fortísima de la nave aérea vista en 1897 y de los incidentes que la sucedie-
y cegadora. Tuve la sensación de que algo volaba por el aire a ron. Pero aún es demasiado pronto para teorizar. De momento, es
gran velocidad, pero no vi nada. Pronto renació la calma. Me preferible estudiar los documentos, aunque debo confesar que yo
sentía mal y con náuseas. Llegué a la casa del guarda... y cuando considero algunos de estos casos sin valor (aunque su documen-
abrí la puerta todos vinieron a mi encuentro y me preguntaron tación no sea inferior a la de los casos más dignos de crédito que
qué había pasado, porque ellos también habían visto una luz se ofrecen a nuestro estudio). Tomemos otro caso de rapto , su-
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desde su casa. La mujer del guarda me preguntó qué tenía. Cuan-
do por último pude hablar, ellos me dijeron que aún tenía pro- cedido nada menos que el 21 de agosto de 1915:
fundamente marcados los dedos en mi cara, donde formaban
anchas barras rojas. Me aplicaron agua oxigenada a los ras- Gallípoli, 28 de agosto de 1915.
guños de las piernas, y después un ungüento, y me refrescaron Lo que sigue es el relato de un extraño incidente sucedido...