Page 130 - pasaporte a magonia jacques vallee
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      lugar  donde  éste  decía  que  su  compañero  había  desaparecido.  De       Las  historias  más  conocidas  cuyo  tema  principal  es  la  rela-
      pronto,  «¡Chitón!  —gritó  Llewellyn—.  Oigo  música...  el  melodio-     tividad  del  tiempo  son  las  que  pudiéramos  llamar  del  ciclo  «Rip
      so  son  de  las  arpas.»                                                  van  Winkle»,  tipificadas  según  numerosos  relatos  populares,  su-
         Todos  escucharon  pero  no  oyeron  nada.  Llewellyn  tenía  el  pie   puestamente  calcados  de  hechos  que  realmente  sucedieron.  Por
      en  el  borde  exterior  del  círculo  de  las hadas.  Dijo  al  narrador  que  extraño  que  parezca,  volvemos  a  encontrar  el  mismo  tema  en  el
      pusiera  su  pie  sobre  el  suyo,  y  entonces  él  también  oyó  el  sonido  antiquísimo  folklore  chino.  Véase,  si  no,  la  historia  de  Wang  Chi,
       de  muchas  arpas  y  vio  a  un  gran  número  de  personillas  bailando  uno  de  los  santos  de  los  taoístas.
       en un círculo de unos  seis metros  de diámetro. A continuación,  to-        Un  día  en  que  Wang  Chi vagaba por  las  montañas  de Ku  Chow
       dos los miembros  del grupo hicieron lo propio y con idéntico resul-      recogiendo  leña,  vio  una  gruta  en  la  que unos  ancianos  jugaban  al
       tado. Entre los pequeños  danzarines se encontraba Rhys. Llewellyn        ajedrez.  Se acercó para mirar el juego,  dejando su  hacha en el sue-
       lo agarró por su sayo al pasar y tiró  de él hasta sacarlo  del  círculo.  lo.  Uno  de  los  ancianos  le  dio  algo  que  parecía  un  dátil  de  piedra
       Inmediatamente,  Rhys  preguntó:  «¿Dónde  están  los  caballos?»,  y     y le  ordenó  que  se  lo  metiera  en  la  boca.  «Así  que  lo  hubo  hecho,
       pidió  que  le  dejasen  terminar  la  danza,  que  no  había  durado  más  dejó  de  sentir  hambre  y  sed.»  Poco  tiempo  después,  uno  de  los
       de  cinco  minutos.  No  lograron  persuadirle  de  que  había  pasado    viejos jugadores  le  dijo:  «Hace ya mucho  tiempo que viniste aquí;
       mucho  más  tiempo.  Se  convirtió  en  un  hombre  melancólico,  cayó    deberías  volver  a  tu  casa.»  Pero  cuando  se  volvió  para  recoger  su
       enfermo  y  poco  después  murió.                                         hacha,  Wang  Chi  descubrió  que  el  mango  se  había  convertido  en
         Relatos  parecidos  se  encuentran  en  La  mitología  de  las hadas,   polvo.  Cuando  descendió, al  valle,  encontró  que  no  habían  pasado
       de  Keightley,  y  otros  libros,  aunque,  desde  luego,  la  historia  de  horas  ni  días,  sino  siglos,  y  que  nada  quedaba  del  mundo  que  él
       Rhys  y  Llewellyn  es  notable  porque  data  del  siglo  xIx,  sirviendo  había  conocido.
       en  cierto  modo  de  eslabón  entre  el  folklore  de  las  hadas  y  el  de  Una  tradición  similar  existe  en  Dinamarca.  Por  ejemplo,  en
       los  OVNIS.  En los  cuentos  de este tipo se encuentran diversas  ma-    un  cuento  típico  de  este  siglo,  una  novia  caminó  reflexivamente
       neras  de  recuperar  a  las  personas  arrebatadas.  Una  de  ellas  con-  por  los  campos  el  día  de  su  boda  y  pasó  al  pie  de  un  montículo
       siste  en  tocar  al  secuestrado  con  un  pedazo  de  hierro,  pues  la  re-  «en  el  que  los  elfos  se  estaban  divirtiendo».  (Tenemos  aquí  de
       pugnancia  que  sienten  los  seres  sobrenaturales  por  este  metal  es  nuevo  un  relato  de  esta  gentecilla  asociada  con  un  objeto  mágico
       uno  de  los  temas  del  folklore.                                       descrito  unas  veces  como  una  gran  mesa  redonda  y plana,  y otras
          En  el  país  de  Gales  existe  un  lugar  cerca  de  Bridgend,  donde  veces  como  un  otero.  Un  disco  o  un  cono  de  gran  tamaño  descan-
       se  dice  que  una  mujer  que  había  sido  arrebatada  por  las  hadas  sando  en  el  suelo  correspondería  muy  bien  a  esta  descripción.  Al
       regresó  allí  diez  años  después,  convencida  de que  su  ausencia  sólo  referirse  a  la  loma  de  las  hadas,  Hartland  observa:  «El  otero  es-
       había  durado  diez  días.  Hartland  nos  conserva  otra  encantadora    taba  sostenido,  como  es  costumbre  en  tales  ocasiones,  por  colum-
       narración  sobre  el  mismo  tema,  concerniente  a  un  muchacho  lla-   nas  rojas.»)
       mado  Gitto  Bach,  de  Little  Griffith,  hijo  de  un  campesino  que  de-  Los  elfos  ofrecieron  a  la  novia  una  copa  de  vino,  y  ella  se
       sapareció:                                                                puso  a  bailar  con  ellos.  Después  regresó  nuevamente  a  su  casa,
                                                                                 donde  no  pudo  encontrar  a  su  familia.  Todo  había  cambiado  en
              Durante  dos  años  enteros  nada  se  supo  de  él,  mas,  por  úl-  la  aldea.
            timo,  una  mañana  en  que  su  madre,  que  lo  lloraba  por  muerto  Finalmente,  al  oír  sus  voces,  una  mujer  viejísima  exclamó:
            desde  hacía  tiempo,  abrió  la  puerta,  ¿a  quién  vio  sentado  en  el  «¿Eras  tú,  pues,  la  que  desapareció  durante  la  fiesta  de  esponsa-
            umbral  sino  a  Gitto  con  un  hatillo  bajo  el  brazo?  Su  vestido  y
            su  aspecto  eran  exactamente  los  mismos  que  la  última  vez  que  les  del  hermano  de  mi  abuelo,  hace  cien  años?»
            ella  le  vio,  y  no  había  crecido  ni  un  centímetro.  «¿Dónde  has  Al oír estas palabras, la pobre muchacha  cayó al  suelo y expiró.
            estado  todo  este  tiempo?»,  le  preguntó  su  madre.  «Pero  si  sólo  Resulta  verdaderamente  fascinante  descubrir  estos  relatos,  que
            falto  desde  ayer»,  contesto,  y,  abriendo  el  hatillo,  mostró  a  su  anteceden  en  muchos  siglos  a  los  viajes  relativistas  de  Einstein
            madre  un  traje  que  los  «niñitos»  como  él  les  llamaba,  le  habían  y  Langevin.
            dado  como  premio  por  haber  bailado  con  ellos.  El  traje  era  de  _  El  lapso  de  tiempo  sobrenatural  del  país  de  las  hadas  se  aso-
            papel  blanco  y  sin  costuras.  Con  precaución  maternal,  ella  lo  cia  a  menudo  con  el  tema  del  amor  entre  el  ser  humano  raptado
            tiró  al  fuego.                                                     y  una  de  las  hadas.  Éste  es,  por  ejemplo,  el  caso  de  la  historia
                                                                                 de  Ossián,  u  Oisin:
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