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PASAPORTE A MAGONIA 153
152 JACQUES VALLEE
gún acto que tienda a la generación. En consecuencia, no puede
considerársele como el padre del niño, lo cual es opuesto a la
idea de que el hijo engendrado por un incubo no es hijo de éste,
sino del hombre cuya esperma utilizó aquél...
Leemos también en las Sagradas Escrituras (Génesis 6,4) que NOTAS AL CAPÍTULO IV
los gigantes nacieron como resultado de la unión entre los hijos
de Dios y las hijas de los hombres: ésta es la transcripción lite-
ral del texto sagrado. Ahora bien, estos gigantes eran hombres 1 Aerial Phenomena Research Organization (APRO). Véase J. Lorenzen,
de elevada estatura, como se dice en Baruc 3,26, y muy superiores «Where is Private Irwin?» Flying Saucers, 28 (noviembre, 1962), p. 17.
a los demás hombres. Además de su monstruosa talla, llamaban 2. John Fuller, El viaje interrumpido. Plaza & Janés, S. A., Barcelo-
la atención por su fuerza, sus rapiñas y su tiranía. Y es preci- na- 1970, 3.ª edición. En esta misma colección «Otros mundos».
samente a los crímenes de estos gigantes que debemos atribuir 3. Ibíd., pág. 367.
la primera y principal causa del Diluvio, según Cornelius a La- 4. Ibíd., pág. 327.
pide en su Comentario del Génesis. 5. Ibíd., pág. 322.
Dicen algunos que por el nombre de hijos de Dios debemos 6. Ibíd., pág. 327.
7. Ibíd., pág. 328.
entender hijos de Set, y, bajo el de hijas de los hombres, las 8. «Un Cas Infiniment Mystérieux», Lumières dans la Nuit, 86 (enero-
hijas de Caín, porque aquéllos practicaban la piedad, la religión febrero, 1967), p. 2.
y todas las restantes virtudes mientras que los hijos de Caín 9. Spaceview (Henderson, Nueva Zelanda), 45 (setiembre-octubre, 1965).
hacían exactamente lo contrario. Pero con todos los respetos 10. Keightley, The Fairy Mythology (Londres, 1882), p. 261.
que nos merecen Crisóstomo, Cirilo y otros que comparten esta 11. Dorman, The Origin of Primitive Superstitions and Their Develop-
opinión, justo es reconocer que se halla en desacuerdo con el ment, etc.. Among the Aborigines of America (Filadelfia, 1881).
significado evidente del texto. ¿Qué dicen las Sagradas Escritu- 12. Brian Stross «The? Ihk'als», op. cit.
op.
cit.
ras? Que de la unión de los anteriores nacieron hombres de 13. Gordon Creighton, «Middle America Creature Reports», (NICAP).
National
14.
Phenomena
Investigations
Committee
on
Aerial
monstruosas proporciones corporales. Esto significa que dichos 15. «Giants In Argentina», U.F.O.I.C. (227 Bay Street, Brighton-le-Sards,
gigantes no existían previamente, y si su nacimiento fue el re- Sydney, N.S.W., Australia) (junio 1965).
sultado de tal unión no es admisible atribuirlo a la unión carnal 16. T. Green Beckley, «On the Trail of Flying Saucers», Flying Sau-
entre los hijos de Set y las hijas de Caín, que, al ser todos de cers, 50 (diciembre 1966).
estatura corriente, sólo podían engendrar hijos de proporciones 17. Lorenzen, Flying Saucer Occupants, op. cit., Véase también Apéndice-
corrientes. Casos 407, 412, 414.
Por consiguiente, si la cópula en cuestión tuvo como fruto a 18. Ibíd., pág. 54.
19. Ibíd., pág. 55.
unos seres de monstruosas proporciones, debemos ver en ella 20. Anatole France, Revolt of the Angels (Dodd, Mead, Nueva York, 1927).
no la unión ordinaria de hombres y mujeres, sino una obra de 21. William Grant Stewart, The Popular Superstitions and Festive Amuse-
los íncubos que, debido a su naturaleza, pueden muy bien ser ments of the Highlanders of Scotland (Oliver & Boyd, Edimburgo. 1851).
llamados hijos de Dios. Esta opinión es la que sustentan los fi- 22. Traducción francesa: De La Démonialité et Des Animaux Incubes et
lósofos platónicos y François George de Venecia, y no se halla en Succubes (I. Lisieux, Paris, 1876). Aún puede conseguirse.
contradicción con la del historiador Josefo, Filón, san Justino 23. Santo Tomás de Aquino, Suma Theologica, 2,2,qu.154.
Sylvester, De Matrimonio, qu. 4.
24.
Mártir, Clemente de Alejandría y Tertuliano, según los cuales es- 25. Lorenzen, Flying Saucer Occupants, op. cit., pág. 131.
tos íncubos podrían ser ángeles que incurrieron en el pecado de 26. Le Brun, op. cit., IV, 400.
lujuria con mujeres. A decir verdad, como veremos, no hay aquí 27. San Agustín, La Ciudad de Dios. 15, cap. 23.
más que una sola opinión bajo una doble apariencia. 28. Le Brun, op. cit., pág. 399.
Lo que aquí tenemos es una teoría completa de contacto en-
tre nuestra especie y otra especie no humana, diferente por su
naturaleza física, pero biológicamente compatible con nosotros.
Ángeles, demonios, hadas, criaturas del cielo, el infierno o Mago-
nia: ellas inspiran nuestros sueños más extraños, configuran nues-
tros destinos, hurtan nuestros deseos... Pero, ¿quiénes son?