Page 166 - pasaporte a magonia jacques vallee
P. 166

166                    JACQUES  VALLEE                                                          PASAPORTE  A MAGONÍA                167


            A bordo  de  ella  había un  hombre  de  estatura  media,  y  obser-     dos personas  que  caminaban  de un lado a otro  con  luces.  Desen-
          vé  que  llevaba  lentes  ahumados.  Se  afanaba  en  torno  a  lo  que    fundando  nuestros  «Winchesters»  —pues  entonces  nos  percata-
          parecía  ser  la  parte  posterior  de  la  nave,  yo  me  quedé  tan  pas-  mos  de  la  gravedad  de  la  situación—,  gritamos:  «¡Alto!,  ¿quién
          mado,  que  me  acerqué  a  él  incapaz  de  pronunciar  palabra.  Él      vive?  ¿Qué  hacen  ahí?»
          me  dirigió  una  mirada  de  sorpresa  y  me  saludó  diciéndome:           Un  hombre  de  larga  barba  negra  se  adelantó  con  una  linter-
          «Buenos  días,  señor;  buenos  días.»  Yo  le  pregunté:  «¿Es  ésta      na  en  la  mano,  y  cuando  nos  dimos  a  conocer  nos  dijo  que
          la  nave  aérea?»  Él  contestó  afirmativamente,  y  entonces  otros      él  y  sus  compañeros  —un  joven  y  una  mujer—  recorrían  el  país
          tres  o  cuatro  hombres  salieron  del interior  de  lo  que parecía  ser  en  una  nave  aérea.  Pudimos  distinguir  claramente  la  silueta  de
          el  casco  de  la  nave.                                                   la  nave;  tenía  forma  de  cigarro  y  unos  dieciocho  metros  de  lon-
            Un  atento  examen  me  reveló  que  el  casco  estaba  dividido  en    gitud,  y  parecía  igual  a  los  dibujos  que  se  han  publicado  en  los
          dos  partes,  terminando  por  delante  en  una  especie  de  proa  tan   periódicos  últimamente.  Estaba  muy  oscuro  y  llovía,  y  el  joven
          afilada  como  la  hoja  de  un  cuchillo,  mientras  los  costados  de  la  se  dedicaba  a  llenar  de  agua  un  enorme  odre  a  unos  treinta
          nave  se abultaban  gradualmente hacia  el  centro,  para  estrecharse    metros  de  nosotros,  mientras  la  mujer  permanecía  medio  oculta
          después.  A  cada  lado  había tres  grandes  ruedas  hechas  de  algún   en  la  oscuridad,  sosteniendo  un  paraguas  sobre  su  cabeza.  El
                                                                                                                     vuelta
                                                                                                                           en
          metal  flexible  y  dispuestas  de  tal  manera  que  adquirían  una      hombre barbudo nos  invitó a  dar una  llovía.  Le  la nave,  diciendo
                                                                                                                  no
                                                                                                            donde
                                                                                                       lugar
                                                                                            llevaría a
                                                                                                                                         que
                                                                                        nos
                                                                                    que
                                                                                                                              contestamos
                                                                                                    un
          forma  cóncava  al  moverse  hacia  delante.                              preferíamos  mojamos.
            —Perdone,  señor  —le  dije—,  este  ruido  me  recuerda  mucho
          al  que  hace  un  freno  de  aire  Westinghouse.                            Preguntamos  al  hombre  por  qué  aquella  luz  brillante  se  apa-
            —Es  posible,  amigo  mío:  utilizamos  aire  condensado  y  aero-      gaba  y  se  encendía  constantemente, y  él  contestó  que  la  luz  era
          planos,  pero  más  adelante  ya  sabrá  usted  más  cosas.               tan  potente  que  consumía  mucha  energía  motriz.  Agregó  que  le
            —Todo  listo,  señor  —gritó  uno  de  ellos.                           gustaría  descansar  unos  cuantos  días  en  Hot  Springs  para  tomar
            Y  el  grupo  desapareció  en  el  interior  de  la  nave.  Observé  que  baños  termales,  pero  disponía  de  poco  tiempo  y  tenía  que  con-
          exactamente  frente  a  cada  rueda,  un  tubo  de  cinco  centímetros    tinuar  su  viaje.  Dijo  que  lo  terminarían  en  Nashville  (Tennessee)
          empezaba  a  arrojar  aire  sobre  ellas,  y  éstas  empezaban  a  girar.  después  de  recorrer  todo  el  país.  Como  nosotros  también  tenía-
          La  nave  se  elevó  gradualmente  con  un  silbido.  Los  aeroplanos     mos  prisa  los  dejamos,  y  cuando  cuarenta  minutos  después  vol-
          saltaron  de  pronto  hacia  delante,  volviendo  su  aguzado  extremo    vimos a pasar por allí ya no  vimos nada. No  oímos ni vimos a la
                                                                                    nave
                                                                                                     ésta partió.
                                                                                         aérea cuando
          hacia  el  cielo, y  después  los  timones  del  extremo  de  la  nave  em-
          pezaron  a voltear  hacia un  lado,  mientras  las  ruedas  giraban  tan
          de  prisa  que  apenas  se  podían  ver  las  hojas.  En  menos  tiempo  En  el  Chicago  Chronicle  del  13  de  abril  de  1897,  se  publicó  el
          del  que  se tarda en contarlo, la nave  desapareció de mi vista.    siguiente artículo  bajo  los  titulares  «LA  NAVE  AÉREA  VISTA  EN
                                                                               IOWA»:
        El  capitán  Hooton  añade  que  no  pudo  ver  campana  ni  cuerda
     para  tirar  de  ella  en  la  nave,  detalle  que  le  extrañó  mucho,  pues     Fontanelle,  Iowa,  12  de  abril.  La  nave  aérea  fue  vista  aquí
     opinaba  que  «todas  las  locomotoras  bien  reguladas  por  aire  deben      a  las  8,30  horas  de  esta  noche,  siendo  contemplado  su  paso  por
     llevar  su campana».  Nos  legó un  detallado  dibujo de  esta máquina.        toda  la población.  Vino  del sudeste y pasó a  menos  de 60 metros
        Veamos  ahora  el  testimonio  del  agente  Sumpter  y  el  sheriff         sobre  las  copas  de  los  árboles,  a  muy  poca  velocidad,  que  no
     adjunto  McLemore,  de  Hot  Springs,  también  en Arkansas:                   rebasaría  los  quince  kilómetros  por  hora.  La  máquina  se  veía
                                                                                    perfectamente,  y  todas  las  descripciones  concuerdan  en  que
                                                                                    medía  dieciocho  metros;  la  vibración  de  las  alas  se  percibía
            Mientras, la noche  del 6  de mayo  de  1897,  después  de abando-      también  perfectamente.  Llevaba  las  acostumbradas  luces  de  co-
          nar  esta  ciudad,  íbamos  a  caballo  en  dirección  al  Noroeste,  ob-  lores, y  se  oía  el  ruido  de  la  maquinaria, y  también una  música,
          servamos,  a  gran  altura  en  el  cielo,  una  luz  brillante.  De  pronto  como  si  hubiese una orquesta a  bordo.  Se  la  saludó  con  grandes
          desapareció  y  nosotros  no  hicimos  el  menor  comentario,  pues       vítores,  pero  continuó  su  vuelo  hacia  el  Norte,  pareciendo  au-
          buscábamos  a  una  partida  de  forajidos  y  no  queríamos  hacer       mentar  su  velocidad,  hasta  que  desapareció.  En  Fontanelle  todos
          ruido.  Después  de  cabalgar  seis  u  ocho  kilómetros  entre  las  coli-  están  convencidos  de  haber  visto  la  auténtica  nave  aérea,  y  los
          nas,  volvimos  a  ver  la  luz,  que  ahora  parecía  estar  mucho  más  más  importantes  ciudadanos  no  dudan  en  declararlo  así,  etc.
          cerca  de  tierra.  Detuvimos  nuestros  caballos  y  la  vimos  descen-
          der,  hasta  que  súbitamente  desapareció  tras  una  loma.  Avanza-   En  esta  noticia,  la  nave  aérea,  que  al  capitán  Hooton  se  le  apa-
          mos  cosa  de  un  kilómetro  y,  de  pronto,  nuestras  monturas  se
          negaron  a  continuar.  A  unos  cien  metros  de  distancia  vimos  a  reció  como  un  artefacto  típicamente  mecánico,  adquiere  un  aspec-
   161   162   163   164   165   166   167   168   169   170   171