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28 JACQUES VALLEE PASAPORTE A MAGONIA 29
en la que los barcos navegan por las nubes, a fin de llevar a esa las letras y añadiendo una sílaba, les dieron el nombre de Dai-
región los frutos de la tierra destruidos por el granizo y las monas. Los antiguos filósofos consideraban a estos demonios
tempestades; los marineros ofrecen recompensas a los brujos una raza aérea, que gobernaba los Elementos, mortal, capaz de
de la tempestad para recibir a cambio trigo y otros productos. engendrar y desconocida en este siglo para aquellos que rara-
Entre aquellos cuya ceguera y locura eran tan grandes que mente buscan la Verdad en su antigua morada, que es la Cábala
les hacían creer posibles tales cosas, había unos que exhibían en y la teología de los hebreos, los cuales poseían el arte especial
cierto concurso a cuatro personas atadas... tres hombres y una de establecer comunicación con este pueblo aéreo y de conver-
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mujer que aseguraban haber caído de una de estas naves; des- sar con estos habitantes del aire.
pués de mantenerlos unos días en cautividad, los condujeron
a presencia de la multitud, como hemos dicho, para ser lapi- Plutarco llegó a formular una teoría muy completa sobre la
dados en nuestra presencia. Pero la verdad prevaleció. 11 naturaleza de estos seres:
Pronto veremos en las páginas que siguen que los ocultistas Él considera absurdo que no exista un intercambio entre los
dan una interpretación muy distinta al mismo incidente. dos extremos, representados por seres inmortales y mortales;
que no pueda existir en la Naturaleza una laguna tan grande, sin
una forma de vida intermedia, que participe de ambas. Y si
consideramos que las relaciones entre el alma y el cuerpo se
LOS SIETE VISITANTES DE FACIO CARDAN
efectúan por mediación de los espíritus animales, así entre la
Durante toda la Edad Media discurrió una importante co- divinidad y la humanidad existe esta especie de demonios. 14
rriente de pensamiento distinto al de la religión oficial. Esta
corriente culminó en las obras de la escuela alquimista y hermé- No resulta sorprendente, pues, comprobar que los «filósofos»
tica. Entre estos grupos se encontraban algunos de los primeros no se hallaban de acuerdo con Agobardo sobre la naturaleza de
científicos modernos, junto con hombres que se distinguían por los tres hombres y la mujer que en Lyon fueron apresados por el
el vigor e independencia de su espíritu y por su vida aventurera. populacho:
De ellos es buen ejemplo Paracelso. Estos hombres se hallaban
sumamente intrigados por la verdadera naturaleza de los seres En vano saca a la luz el filósofo la falsedad de las quimeras
que se aparecían misteriosamente, cubiertos de brillantes vesti- urdidas por los hombres, y presenta pruebas manifiestas de lo
duras o de una oscura pelambre, y con los que tan difícil resul- contrario. Por profunda que sea su experiencia, o por sólidos
taba establecer comunicación. Ellos fueron los primeros en rela- que sean sus argumentos y razones, bastará que venga un hom-
cionar a estos extraños seres con las criaturas descritas en la bre tocado con la caperuza de doctor y las declare falsas, para
Biblia o en las obras de los antiguos cabalistas. que ni experiencia ni demostración cuenten para nada, y a partir
quede
entonces
restablecer
de
Verdad
la
allá
más
del
de
poder
Según los textos bíblicos, la jerarquía celestial comprende a su imperio. Las gentes creen más en una caperuza de doctor que
unos seres de forma humana llamados querubines, nombre que en sus propios actos. En vuestra Francia natal habéis tenido
en hebreo significa «llenos de conocimiento». Ezequiel los des- una prueba memorable de esta manía popular.
cribe en los siguientes términos: El famoso cabalista Zedequías, que floreció durante el reina-
do de vuestro rey Pipino, se propuso convencer al mundo de
«Había entre los vivientes fuego como de brasas encendidas que los Elementos están habitados por aquellos seres cuya na-
cual antorchas, que discurría por entre ellos, centelleaba y salían turaleza acabo de describiros. El expediente de que se valió
de él rayos.» 12 para ello consistió en pedir a los silfos que se mostrasen a todos
en el aire: así lo hicieron suntuosamente. Estos seres se vieron en
¿Son las misteriosas criaturas que vuelan por el cielo y aterri- el aire en forma humana, a veces en orden de batalla y avan-
zan en sus «barcos de nubes» —con permiso de Agobardo y su zando ordenadamente haciendo alto con sus armas, o acampa-
autoridad— de la misma especie de los ángeles?, se preguntaban dos bajo magníficas tiendas. Otras veces, y de la manera más
los antiguos filósofos. No, porque son mortales: maravillosa, construyeron naves aéreas, cuyos escuadrones vo-
lantes vagaban al antojo de los céfiros.
Los hebreos solían llamar a estos seres intermedios entre ¿Qué sucedió? ¿Suponéis acaso que esa época de ignoran-
los ángeles y los hombres Sadaim, y los griegos, transponiendo cia llegó hasta el punto de razonar acerca de la naturaleza