Page 192 - AZUFRE ROJO
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«Entraremos en tu tumba con este aspecto». La visión roja del ángel: rūzbihān baqlī, rilke, paradžanov  191





                           «[…] Una sentencia de Ḥallāǧ: “dos prosternaciones bastan, en la
                           oración del Deseo; pero la ablución que las valida debe haberse hecho
                           con sangre”. De esta sentencia paradójica (puesto que la sangre es
                           impura), se sacó esta idea: que Dios había permitido, para probar la
                           inocencia de Ḥallāǧ (condenado a muerte), que su sangre derrama-
                           da rinda testimonio (tazqi a): en su coraje, dándole algo con lo que
                           embadurnar su rostro para ocultar la palidez, en la pureza heroica
                           de su fe, escribiendo, gota a gota, sobre el suelo, el Nombre de Dios.
                           […] Ibn al-Ǧawzī lo refutó en un opúsculo que concluye así: “¿cómo
                           un líquido canónicamente impuro podría escribir el Nombre Puro?”.
                           Una versión ulterior de la leyenda representa a Ḥallāǧ trazando con
                           su sangre sobre su propia frente la frase “yo soy la novia de la Resi-
                           dencia (divina)”: imitando así a la peluquera, harqū a, que maquilla
                           de escarlata la frente de la novia el día de la boda.


                           Excepcionalmente, la sangre podría pues proclamar el secreto del
                           corazón.» 109


               En las experiencias visionarias de Juliana de Norwich (1342-1416) vertidas en su Libro de
               visiones   revelaciones encontramos ese mismo sentido epifánico de la sangre y del color rojo .
                                                                                                    110
               Las visiones corporales parecen ser aquellas percibidas por el ojo humano y todas ellas se
               centran en escenas de la Pasión de Cristo . Son descritas como un espectáculo real (el río de
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               sangre que brota de la cabeza de Cristo, la f agelación, su muerte, la herida del costado, etc.),
               pero Juliana introduce ahí un «como si» signif cativo, puesto que nos revela la consciencia de
               su inexistencia material. Así, por ejemplo, la cuarta revelación se inicia con la escena de la
               f agelación. La sangre de Cristo brota tan abundante que ya no se ve ni la piel ni las heridas,
               pues el río de sangre lo impregna todo .  es guración del cuerpo místico.
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               En el contexto de la espiritualidad musulmana, cuando el gran maestro sufí Abū Bakr al-Šiblī
               (m. 334/945), conocido por sus célebres sentencias y paradojas, un amigo de los amigos de
               Ḥallāǧ, y que sobrevivió veintitrés años a Ḥallāǧ, le preguntó a este último en la cruz: «¿qué
               es el suf smo?», Ḥallāǧ contestó: «Su menor grado, lo ves tú ahora». Y Šiblī continuó: «¿Y
               su grado supremo?» A lo que el místico mártir respondió: «No puedes tener acceso a él y,
               sin embargo, lo verás mañana. Pues está en el misterio divino ( a b), donde existe, yo doy
               testimonio de ello, y que te permanece oculto». Es decir, el f nal del místico es ser decapitado


               109 L. Massignon, «Le “Cœur” (Al-Qalb)…», o.c., pp. 429-30.
               110 Juliana de Norwich, Libro de visiones   revelaciones, ed, y trad. de M. Tabuyo, Madrid: Trotta, 2002.
               111   . R. Maisonneuve, L univers visionnaire de  ulian o    or ich, París: O.E.I.L., 1987, pp. 79-122.
               112 Juliana de Norwich, o.c., c. 12, cuarta revelación, p. 65.
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