Page 198 - AZUFRE ROJO
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«Entraremos en tu tumba con este aspecto». La visión roja del ángel: rūzbihān baqlī, rilke, paradžanov  197





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               sobrevivir  y mi Vida es morir!» . El f nal del viaje espiritual comporta para el místico su
               extinción o muerte voluntaria. El «morid antes de morir», según la famosa palabra profética,
               es una muerte que es una «entrada en la luz»: el «morir en sí mismo» –dice Rūmī – como
                                                                                              137
               celebración del éxtasis supremo. Es el «Muero porque no muero» de nuestro san Juan de la
               Cruz. El sufí ḥallaǧí persa Aḥmad Gazālī tenía la costumbre de situar como un talismán una
               rosa entre él y su testigo de contemplación. Rūmī sigue esta senda del conocimiento místico
               señalada por la sangre de los mártires:

                        «El amante tiene enramadas de rosas entre el velo de la sangre […].

                        Hay  muchos  ocultos  Manṣūres   que,  conf ando  en  el  alma  del  Amor,
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                        abandonaron el púlpito (minbar) y subieron al patíbulo.
                        Los amantes chupadores de heces poseen percepciones extáticas interior-
                        mente; los hombres de la razón, oscuros de corazón, albergan negativas
                        dentro de ellos.

                        La Razón dice, “No pongas tu pie en la tierra, pues en el patio [del aniqui-
                        lamiento,  anā ] no hay más que espinas”; el Amor dice, “Estas espinas
                        pertenecen a la razón que vive en ti.”» 139

                        «Yo cojo la espada ensangrentada en mi mano –soy un mártir del Amor en
                        medio de mi propia sangre.» 140


               En cualquier caso, la vía es la del dolor, la senda del «fuego, las lágrimas y la sangre», tal
               como se desprende de las sobrecogedoras palabras que ‘Aṭṭār escribe en el  lāhī nāma:

                        «El universo del amor no tiene más que tres caminos; el fuego, las lágrimas
                        y la sangre.
                        Mientras tanto, me consumo en el fuego; ora f uye mi sangre, ora chorrean
                        mis lágrimas.
                        Desearía introducir el fuego en mi alma, pero puesto que tú estás en mi
                        alma, no puedo consumirla.



               135 Para que Dios pueda nacer en el alma, hace falta que el «yo psicológico», el alma carnal (al na s
               al ammāra) muera (al  anā ), es decir, hace falta que nazca (al baqā ) el «yo espiritual», a menudo tam-
               bién designado con la expresión «yo esencial».
               136 Le     n d ál  all j, o.c., qa īda 10.   . M 1:3934; 3:3839; 5:2033; 6:2095, 3837.
               137 M 6:723.
               138 Al-Ḥusayn ibn Manṣūr al-Ḥallāǧ.
               139 D 132.
               140 D 1747.
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