Page 23 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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peligro la unidad del Reich. La ley de los gobernadores fue la primera respuesta de la
                  Nación  alemana  a  estos  picapleitos  que  se  oponían  a  la  unidad  y  grandeza  de
                  Alemania.”
                  El  7  de  abril  de  1933  se  dio  la  ley  para  la  “reorganización  de  los  funcionarios  del
                  Estado” que tenía por objeto la separación de todos los funcionarios insuficientemente
                  preparados, inadecuados, comunistas o de raza judía. La ley era necesaria para asegurar
                  la dirección del Estado porque así, una vez alejados estos elementos, el Gobierno podía
                  apoyarse sobre un cuerpo de funcionarios de su confianza.
                  En el día del primer aniversario del advenimiento al poder, el 30 de enero de 1934, se
                  dio el segundo gran paso hacia la unificación del Reich por medio de la “Ley sobre la
                  reconstrucción  del  Reich”.  Los parlamentos de los Estados federados desaparecieron,
                  los derechos de su soberanía pasaron al Reich, los gobiernos regionales quedaron desde
                  entonces sometidos al gobierno central, los gobernadores a la inspección del ministro de
                  la gobernación del Reich. Esta ley se puede considerar con justicia como la realización
                  de  un  viejo  sueño  de  los  alemanes,  pues  con  ella  desapareció  el  último  resto  de  la
                  soberanía de los Estados federados. Así entonces, no hay más que una autoridad: la del
                  Reich. Ya no hay antagonismo alguno entre los gobiernos central y regionales: todo el
                  poder reside en el Reich, que se basa sobre la idea del mando único y se encarna en la
                  voluntad del Führer.
                  Con  esta  ley  el  gobierno  de  Adolfo  Hitler  ha  concluido  la  revolución  nacional  y  ha
                  cumplido su demanda programática de la unidad del Estado. Todos aquellos que han
                  vivido estos últimos años en Alemania y, por consiguiente, han tenido ocasión de ver
                  las enormes  dificultades  que en tan  complicada  estructura  política  se presentaba a  la
                  dación de cualquier ley del Reich, podrán comprender perfectamente el gran progreso
                  obtenido con esta medida.
                  Esta obra se fue completando poco a poco por la dación de nuevas leyes. La “Ley sobre
                  el jefe supremo del Reich”, del 1º de agosto de 1934, con motivo del fallecimiento de
                  Hindenburg  aseguró legalmente para el  porvenir  la  jefatura  de Adolfo  Hitler. Ambos
                  cargos,  el  de  presidente  del  Reich  y  el  de  Canciller,  pasaron  a  ser  uno:  “Führer  y
                  Canciller del Reich”. La importancia y el carácter histórico que Hitler mismo concedió a
                  esta  ley  se  desprende  de  su  decreto  del  2  de  agosto  de  1934  al  Ministro  de  la
                  Gobernación.  El  Canciller  exaltó  la  grandeza  del  difunto  Mariscal  quien  dio  una
                  importancia especial al título de presidente del Reich. Este nombre es inseparable del de
                  Hindenburg.  El  Canciller  ordenaba,  además,  en  este  decreto  que  la  misión  que
                  legalmente  le  había  sido  confiada  por  el  Gabinete  quedara  sometida,  mediante  un
                  plebiscito,  a  la  libre  decisión  del  pueblo.  Como  ya  es  sabido  el  cómputo  de  votos
                  plebiscitarios  arrojó  38.362.760  a  favor  de  Hitler  y  4.294.654  en  su  contra.  En  su
                  manifiesto  de  gracias  al  Partido,  Adolfo  Hitler  expresó  su  opinión  de  que,  así  como
                  había  sido  posible  al  Partido  ganar  el  90  %  pueblo  alemán  a  favor  del
                  nacionalsocialismo, también le sería posible ganar el 10 % restante.
                  Efectivamente, esto es lo que ha ocurrido como lo demostró la elección ya antes citada,
                  del 29 de marzo de 1936. El Führer obtuvo 44.412.000 de votos contra 543.000, o sea
                  99 % de una elección en la cual participó también el 99 % de la población con derecho a
                  sufragio.
                  En  el  tercer  aniversario  del  advenimiento  al  poder  del  nacionalsocialismo,  el  30  de
                  enero  de  1935,  apareció  la  “Segunda  ley  de  los  gobernadores”  que  ordenaba  la
                  incorporación  de  los  gobernadores  al  organismo  administrativo  del    Reich:  el
                  gobernador está subordinado al gobierno del Reich y a cada uno de sus ministros, pero
                  es jefe supremo de todo el aparato administrativo público de un estado federal.





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