Page 26 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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se refiere a la nueva ordenación y división de los Estados europeos según el principio de
                  las nacionalidades y de las aspiraciones nacionales surgidas en el curso del último siglo.
                  Cuanto más claramente coincidan los límites de los Estados con los de los territorios
                  habitados  por  los  mismos  pueblos,  tanto  más  fácil  será  eliminar  toda  una  serie  de
                  posibilidades de conflictos. Contrariamente a este principio -en parte por ignorancia y
                  en parte por pasión u odio- se adoptaron soluciones que por falta de lógica y por ser
                  arbitrarias encierran el germen de nuevos conflictos.
                  La  Conferencia  de  Paz  no  pudo  tampoco  resolver  los  problemas  económicos.  Si  se
                  hubiera querido realizar una verdadera pacificación de Europa debiera haberse evitado
                  el  caer  en  el  uso  de  conceptos  tales  como  expiación,  castigo,  reparación  etc.,  y
                  reconocer  como  causa  profunda  que  la  falta  de  medios  de  existencia  ha  sido  y  será
                  siempre el origen de conflictos entre los pueblos. En vez de predicar el aniquilamiento
                  se  debiera  haber  emprendido  una  nueva  ordenación  de  las  relaciones  políticas  y
                  económicas internacionales que hubieran correspondido a las justas aspiraciones de los
                  pueblos en cuanto a sus posibilidades de existencia.
                  La  creencia  de  que  el  aniquilamiento  económico  de  un  pueblo  de  67.000.000  podía
                  constituir un servicio útil a otros pueblos es tan absurda que ya nadie se atreve hoy a
                  exponerla  categóricamente.  Pero  más  absurdo  era  todavía  el  provocar  este
                  aniquilamiento por métodos que, siguiendo  la ley natural de causa  y efecto, hubieran
                  acabado tarde o temprano por provocar la misma catástrofe entre los vencedores. Entre
                  estos  métodos  sobresale  el  de  las  reparaciones.  Si  se  exigía  de  Alemania  pagos  en
                  efectivo se la obligaba en consecuencia a un desarrollo anormal de su exportación para
                  procurarse  las  divisas  necesarias.  Fatalmente,  esto  tenía  que  perjudicar  la  situación
                  económica de las otras naciones. Si se hubiera querido limitar, en otro caso, el pago de
                  las reparaciones obligadas a entregas en especie, habría sido inevitable un perjuicio en
                  la  producción  interior  de  los  países  acreedores,  cuyas  proporciones  no  habría  sido
                  menores.
                  El problema de regeneración de la conciencia general del derecho internacional ha sido
                  también  desconocido  por  el  Dictado  de  Versalles,  ya  que,  para  justificar    todas  las
                  medidas de éste, Alemania tuvo que ser señalada como la culpable de la guerra mundial.
                  Este  procedimiento,  aplicado  al  porvenir  como  un  precedente  y  también  al  pasado,
                  explica las causas de los conflictos humanos y de guerras de la manera más simple que
                  cabe imaginar: la culpa es siempre del vencido, ya que el vencedor siempre puede exigir
                  esta declaración como preámbulo del tratado de paz.
                  El hecho tiene un significado tanto más tremendo cuanto que el estado de fuerza que
                  existía al fin de esta guerra fue ayudado por tal criterio a transformarse en una norma de
                  derecho permanente. Los conceptos de vencedor y vencido fueron los fundamentos de
                  un  orden  social  y  de  derecho  internacional;  la  descalificación  de  un  gran  pueblo,
                  rebajándolo a nación de segundo rango y segunda clase, sucedía en el momento en que
                  iba a formarse una liga de naciones.
                  Esta manera de tratar a Alemania no podía conducir a una pacificación del mundo. El
                  desarme  del  vencido,  estimado  como  necesario,  era  todavía  menos  adecuado  para
                  disminuir los peligros y causas de conflicto y dio origen a eternas amenazas, exigencias
                  y  sanciones,  que  produjeron  constantes  desórdenes  e  inseguridad  y  conminaron  con
                  arruinar la economía mundial. Tratados de paz concluidos entre los pueblos tienen un
                  sentido verdadero sólo cuando se asientan sobre el principio de una efectiva igualdad de
                  derechos.
                  Según la manera de ver del nacionalsocialismo era gran injusticia tener a un gran pueblo
                  de 67 millones en un estado permanente de impotencia militar. El Gobierno veía en esto
                  un  serio  peligro  para  la  paz,  ya  que  tal  situación  sólo  despierta  la  tendencia  de  los



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